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Miércoles 30 de Octubre, 2024
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Mujeres sanjuaninas y otros relatos populares

El arte de alcanzar el cielo con las manos

Arturo Sierra, un artista sanjuanino de gran renombre, fusiona la pintura y la escultura con un trasfondo espiritual, reflejando la paz y la armonía de su entorno en obras que invitan a la trascendencia.

Arturo Román Sierra.

San Juan tiene en Arturo Sierra un artista trascendente, como las obras que pinta y las esculturas que realiza, de gran vigor y templanza a la vez, que como él mismo afirma, "trasuntan paz...", y una increíble armonía, seguramente inspirada en el cielo que pinta desde que fue llamado aquí en la tierra para alcanzarlo con sus propias manos...

Aunque el llamado es anterior a la obra, nos dice, "uno va encontrando nuevas temáticas que van reflejando mejor la necesidad expresiva, agregando y quitando, y así, uno va perfeccionando el discurso y haciendo que sus propios símbolos se adecuen para transparentar su alma (al menos para expresarla), que en mi caso tiene un trasfondo fuertemente espiritual". Así se presentaba Arturo Román Sierra cuando lo entrevisté en 2007. 

Nació en Desamparados en 1958. Entre las influencias recibidas más destacadas, Sierra menciona la obra de Salvador Dalí (lo que nos es poco decir), por la que se sintió en su momento muy atraído. Y también la de Renee Magrite y Giorgio de Ciricco. Le conmueven mucho las obras de Ignacio Iturria y del fallecido Pedro Figari (los dos uruguayos). De los argentinos le atrae el grupo "De la nueva figuración", integrado por Luis Felipe Noé, Ernesto Leira, Rómulo Machó y Jorge de la Vega. También admite, más que la influencia, la admiración por Bacon, un expresionista terrible que descubrió hace muchos años atrás; pero su metejón con la plástica le viene desde muy chico. 

"Siempre me gustó trabajar la arcilla, la madera, hacer acuarelas. A mediados de la escuela secundaria, a pesar de que estaba en una escuela técnica (de allí también su precisión) tallaba tizas, dibujaba en los pizarrones y cuadernos escenas de partidos de rugby (deporte que le gusta), películas de terror, la hydra de siete cabezas y toda clase de personajes fantásticos". 

A los 20 años ingresó al Profesorado de Plástica de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes, cursó toda la carrera y fue ayudante de cátedra durante ocho años en "Tecnología de los materiales" (tal vez por eso maneja la materia de sus pinturas como los dioses), y desde un principio de su relación con la plástica comenzó a participar en concursos provinciales e internacionales. "Tengo cerca de 20 premios".

A nivel nacional ganó el premio Eduardo Sívori en el Salón Nacional de Pintura Paraná en Entre Ríos, por la obra "No sólo de pan...". Ganó una mención en la Bienal Internacional de Arte Sacro de 1996 con "El cielo está servido", la primera obra de una serie que ya tiene más de 40 pinturas. Ganó un tercer premio en el salón de pequeños formatos de pintura en el Museo Latinoamericano de Arte, en Coral Gable, Miami, Florida, EE.UU. "Esto es lo más destacado", me advierte, pero tiene muchos premios más. 

Desde 1998 hasta 2004 trabajó con Galería Praxis (una galería de arte), adonde se exhiben y se venden obras de distintos artistas nacionales e internacionales, que tiene sede en Buenos Aires y subsedes en México, Venezuela, Miami y Nueva York. Su rica actividad artística y expositora ya ha generado obras para distintos países como Estados Unidos, Inglaterra, España y Brasil, entre otros. 

En San Juan, aparte de un grupo de privilegiados sanjuaninos que poseen en forma particular obras suyas, también podemos encontrar sus pinturas en lo de Alejandro Guillemain, un salón de exposición y ventas ubicado en la intersección de San Luis y Catamarca. Allí se encuentran (al menos se encontraban hasta no hace mucho) "El descubrimiento de América" (sandía barco) y "Antesala de la eternidad", obra pintada con pincel. También estaba a disposición del público allí parte de la serie "El cielo está servido", de 30 x 40, que tiene la particularidad de haber sido pintada al óleo con espátula sobre tela y tiene una gran carga matérica 101 (mucho empaste de óleo), que le da mucha (mayor) fuerza expresiva. Esta obra tuvo como propósito original participar en la pinacoteca "El Carrascal" (nombre del barrio donde nació D. F. Sarmiento), un proyecto coordinado por Pirucha Montaña a comienzos de este nuevo siglo para que el Gobierno de San Juan pudiera tener a su disposición obras de artistas sanjuaninos para regalos institucionales. 

El cielo en sus manos 

Como ya podemos entrever, en la pintura fundamental de Sierra predomina el cielo, que es el tema y escenario principal de su obra. Hay un horizonte muy llano y, en la parte inferior, las escenas suceden sobre un mantel tendido en el medio de un gran descampado (como si el mundo fuera un gran altar). Hay "escenitas muy juguetonas" donde pequeños personajes interactúan con objetos cotidianos como vasos, cubiertos, tajadas de sandías a modo de galeones españoles o niños contemplando espacios misteriosos. Pero lo más curioso y sugestivo de su obra principal son las escaleras que se apoyan en nubes del cielo, invitando a subir: "Es una metáfora de la posibilidad siempre abierta para el ser humano –expresa esta vez con palabras- de elevarse sobre lo mundano, de trascender en sus estados de conciencia, buscando sus niveles espirituales más elevados". 

Los climas de sus cuadros reflejan también el espacio sanjuanino, caracterizado por "cielos luminosos, con luz plomiza, muy diáfanos". Y, con mucha suspicacia, en las lejanías suelen verse incendios, como los que se ven para el lado de Pocito o "las espantosas humaredas de la fábrica de carburo", según él las percibe. 

En sus cuadros hay siempre un escenario muy metafísico que limita entre el realismo mágico y el surrealismo. Predomina el silencio y la quietud y transmiten una gran paz y una gran esperanza acerca de algo o de alguien más trascendente que nosotros... 

La mano que esculpe la roca... 

No hay duda de que la escultura es un duro oficio además de ser un arte. De alguna manera, la pintura y la escultura sintetizan lo que es y fundamentalmente quién es Arturo Román Sierra: un hombre con los pies en la tierra que va puliendo piedras para liberarlas de su pesada carga y encontrar su verdadero rostro, y que pinta elevadas escaleras para alcanzar el cielo con sus propias manos y ayudarnos también a nosotros a lograrlo... 

En la Cordillera de los Andes, en el límite convencional entre Argentina y Chile, se instaló una de sus obras escultóricas más importantes: los bustos unidos de San Martín y O’Higgins, que el gobernador de San Juan ingeniero José Luis Gioja inauguró en febrero de 2005 con motivo del cruce de los Andes, junto a autoridades nacionales argentinas y chilenas, con el fin de recorrer y conmemorar la ruta que siguió el general San Martín para cruzar con su ejército el macizo andino, librar una gran batalla contra las fuerzas realistas y liberar Chile del dominio español. 

En 2008 esculpió la Virgen del Carmen, Patrona del Ejército Argentino, para ser entronizada también en la cordillera a pedido del gobierno del Ing. José Luis Gioja; tenía en tratativa con el Ejército Argentino el busto de quien estuviera al mando de la columna sanjuanina en el cruce de los Andes –el Comandante Cabot-, y a nivel particular tenía encargado por entonces el busto del Dr. Horacio Videla, autor de la más importante Historia de San Juan escrita por un sanjuanino. 

Entre las esculturas terminadas se destacan un Jesús resucitado de cemento patinado, símil bronce, de dos metros de altura, en estilo gótico, destinado a la Iglesia de Nuestra Señora de Pompeya en el departamento Angaco, y otro Jesús resucitado en fundición de aluminio que realizó para una iglesia del departamento Chimbas. Con Hugo Vinzio, Pepe Villanova, Elisa Narváez y Ana María Valenzuela había participado en la concreción de la serie de bustos de los ex presidentes argentinos Yrigoyen, Perón, Illia y Frondizi, que se encontraban en la Casa de Gobierno de San Juan. Y con Mario Pérez y Eduardo Esquivel concretó en conjunto la que quizá sea su obra más grande, tanto por su tamaño como por el esfuerzo de su concreción: la Virgen del Líbano, emplazada frente a la Hostería y el Camping de Rivadavia, a la vera del camino que lleva a Zonda, a pocos metros de donde Domingo Faustino Sarmiento, en viaje a Chile, escribiera en francés "Las ideas no se matan" … Pero esa es otra historia. 

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