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Trabajo duro

Jorge Olivarez: La vida de un minero que ha forjado su camino en Gualcamayo

Tiene una larga experiencia en la actividad minera. Cuenta con orgullo que hace 15 años pertenece a Gualcamayo. Reconoce la dureza del trabajo pero que sin ello no podría tener la forma de vida que tiene.

Jorge Olivarez, jachallero de nacimiento, ha dedicado los últimos 15 años de su vida a trabajar en la Mina Gualcamayo. Casado con Daiana y padre de tres hijos –un adolescente de 16 años, una niña de 12 y un niño de 9–, Jorge es técnico en fundición y ha desempeñado un papel clave en la producción de lingotes de doré. Su historia es un reflejo de la vida de muchos mineros que, entre desafíos y sacrificios, se encuentran en la industria una forma de vida y la posibilidad de vivir mejor.

Jorge ingresó a Gualcamayo en junio de 2009. "Estuve dos años en la planta del proceso, y en 2011 pasó a la refinería y fundición, donde llevo 13 años", cuenta con orgullo. "En julio cumplí 15 años trabajando para la mina. Hoy, soy uno de los empleados más antiguos en el sector", comenta, consciente de lo que ha logrado. Su labor es altamente especializada: "Nosotros producimos las vallas de doré que comercializa la empresa. No somos muchos en el área debido a las exigencias de seguridad patrimonial y la delicadeza del trabajo".

Del sur a la minería: un cambio de rumbo
Antes de entrar al mundo minero, Jorge tuvo experiencias laborales en la construcción y la computación, ya que es técnico en esa área. Sin embargo, fue en Gualcamayo donde encontró su lugar, impulsado por la estabilidad económica y las oportunidades que ofrece la minería. "Trabajar en la minería es algo lindo, es un progreso para mí, mi familia y la comunidad", afirma. Jorge destaca que, gracias a su trabajo en la mina, han podido alcanzar varios objetivos que antes parecían lejanos. "Económicamente se nota la diferencia con otros sectores, como la docencia o la construcción", comenta.

 Sin embargo, no todo ha sido fácil. El trabajo minero también ha exigido sacrificios. "Nosotros trabajamos con un roster de 7x7: una semana en la mina y una semana en casa. Eso significa perderme cumpleaños, eventos escolares y actividades deportivas de mis hijos. Ellos lo sienten y me lo hacen saber", confiesa Jorge, con la voz teñida de nostalgia. A pesar de ello, valora la posibilidad de darles a sus hijos lo que necesitan: "Si no trabajara, quizás ellos no podrían hacer los viajes o tener las cosas que hoy disfrutan".

Un equilibrio entre el sacrificio y la recompensa
Para Jorge, la minería ha representado una bendición en tiempos económicos difíciles. "Tener trabajo en esta época es algo positivo, más cuando uno tiene una familia a su cargo. No es lo mismo que estar soltero; cuando hay hijos, se necesita cubrir muchas cosas: la escuela, la ropa, la comida. El trabajo me da tranquilidad, aunque a veces falte la parte afectiva", reflexiona.

Con el paso de los años, Jorge ha aprendido a valorar tanto los momentos en familia como el esfuerzo en la mina. "La minería me ha dado la oportunidad de crecer, pero también me ha hecho consciente de lo que dejo atrás cada vez que subo al cerro. Es un equilibrio complicado, pero es la vida que elegí, y lo hago con orgullo", afirma.

Hoy, mientras reflexiona sobre el Día del Trabajador Minero, Jorge se muestra agradecido por el camino recorrido. "Ser minero es un desafío diario, pero es también una forma de vida que me ha permitido alcanzar cosas que, de otro modo, habrían sido imposibles". Para él, la minería es más que un trabajo: es un compromiso con su familia y con la comunidad jachallera que lo vio nacer y crecer.

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