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Análisis

Los valores intrínsecos de la Agenda 2030, el Pacto a futuro y sus implicancias

En un mundo en crisis, abatido por incendios, desertificaciones, crisis hídricas, entre otros fenómenos climáticos adversos, y con problemas y enfrentamientos sociales, conflictos bélicos y retos económicos, la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aparece como el mayor faro de esperanza y cambio hacia un futuro mejor.

En un mundo en crisis, abatido por incendios, desertificaciones, crisis hídricas, entre otros fenómenos climáticos adversos, y con problemas y enfrentamientos sociales, conflictos bélicos y retos económicos, la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aparece como el mayor faro de esperanza y cambio hacia un futuro mejor.

Con mayor o menor dificultad es la herramienta que hoy tiene la humanidad para dar batalla hacia una transformación con mayor equidad y asequibilidad que las sociedades y el planeta estamos necesitando, agenda ésta que en su conjunto fue analizada, discutida y aprobada a través de los representantes de los estados miembros de la ONU.

Entre las cuestiones críticas por ejemplo, el calentamiento global ha ido generando una serie de fenómenos que afectan al clima de nuestro planeta como huracanes y tormentas, desertificaciones, derretimientos de glaciares y de hielos polares, incrementos de cotas del nivel del mar, etc.

Los Gases de Efecto Invernadero (GEI) entre ellos principalmente el Dióxido de Carbono (CO2) producido por el consumo de combustibles fósiles, como el Carbón, el Petróleo y el Gas Natural han sido y son los responsables de la producción de las emisiones nocivas que perjudican el medioambiente.

Entre estos tres hidrocarburos, el Carbón es el más contaminante, luego el Petróleo, sus derivados, y finalmente el Gas Natural. El 97% de la comunidad científica internacional coincide en que éstas son las causas del calentamiento global, sobre la base de las evidencias observadas y medibles.

El Sector Energético que incluye a la Generación de Electricidad y al Transporte es uno de los causantes principales de este perjuicio ambiental que ha llegado a límites que pueden resultar irreversibles.

Este tópico fue uno de los que impulso a la comunidad mundial a pensar en un nuevo paradigma energético para poder seguir desarrollándonos con responsabilidad ambiental y social, como por ejemplo incorporando más energías limpias y renovables que no afecten tanto el medio ambiente.

Esta cuestión está involucrada en una Transición Energética global dentro de los temas que considera la Agenda 2030 con obligaciones a abordar por todos los países comprometidos.

Además de la causa energética, la Agenda 2030 aborda otros temas de no menos importancia, como la pobreza, la crisis del agua, la educación básica, la salud, etc, temas todos ellos que para cualquier estado deben ser los pilares de su función.

En los años 90 del pasado milenio comenzaron a profundizarse diversas evaluaciones mundiales a fin de planificar mejoras futuras para la humanidad en su conjunto.

Luego de prolongados procesos de análisis, de complejos debates y acuerdos, de diversas cuestiones geopolíticas que sucedieron en esos años a nivel global y tras el Protocolo de Kyoto suscripto en Japón en el año 1998, se realiza la Cumbre del Milenio en la ciudad de Nueva York en septiembre del año 2000, donde los representantes de 189 estados miembros de las Naciones Unidas repasaban los compromisos preasumidos en los noventa y firmaban la Declaración del Milenio.

Se propuso avanzar inicialmente con los Objetivos del Milenio (ODM) en los primeros 15 años de este siglo, desde el año 2000 al 2014.

Los ODM fueron ocho propósitos de desarrollo humano que estos estados acordaron alcanzar para el año 2015.

Estos Objetivos se enfocaban en problemas de la vida cotidiana que se consideran graves y/o radicales y eran los siguientes: 1) Erradicar la pobreza extrema y el hambre, 2) Lograr la enseñanza primaria universal, 3) Promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer, 3) Reducir la mortalidad infantil, 5) Mejorar la salud materna, 6) Combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades, 7) Garantizar la Sostenibilidad del medio ambiente y 8) Fomentar una asociación mundial para el desarrollo.

Cada uno de estos Objetivos tenía metas y compromisos a cumplir por cada uno de los países miembros que suscribieron. Sobre la base de las experiencias positivas y negativas que se fueron visualizando durante su implementación comenzaron los debates y discusiones para modificar, ampliar y definir una nueva agenda.

Es así que, en septiembre de 2015, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó, por unanimidad, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible: un plan de acción ampliado en favor de las personas, el planeta, la prosperidad y la paz universal.

Este es el mayor plan de acción global actual para lograr un mundo más inclusivo y próspero para todas las personas y para nuestro propio planeta que nos cobija. Fue firmada por 193 países miembros de la ONU y planteó objetivos y metas para otro período de 15 años desde el 2015 al 2030.

Esta agenda es la que está en ejecución y es la que estamos transitando en la actualidad.

Los objetivos se ampliaron, se definieron más metas y más indicadores para irla ejecutando y monitoreando de una mejor manera. Los objetivos pasaron a denominarse Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), son 17 con 169 metas concretas a desarrollar con horizonte 2030. Plantearon trazar un camino para lograr dar respuesta a los grandes desafíos mundiales: desde la pobreza y el hambre hasta la corrupción y el cambio climático.

Estos objetivos son: 1) Fin de la pobreza, 2) Hambre cero, 3) Salud y bienestar, 4) Educación de calidad, 5) Igualdad de género, 6) Agua limpia y saneamiento, 7) Energía asequible y no contaminante 8) Trabajo decente y crecimiento económico, 9) Industria, Innovación e Infraestructura, 10) Reducción de desigualdades, 11) Ciudades y comunidades sostenibles, 12) Producción y consumo responsables, 13) Acción por el clima, 14) Vida submarina, 15) Vida de ecosistemas terrestres 16) Paz, justicia e instituciones sólidas y 17) Alianzas para lograr los objetivos.

En un mundo entonces, que camina hacia su extinción, la Agenda 2030 de la ONU se abordó como un camino de esperanza, proporcionando un marco integral y ambicioso para ayudar a países, a empresas y a la sociedad general, a encarar una solución para estas necesidades apremiantes, para conseguir que el desarrollo de nuestro planeta sea más inclusivo y sostenible tanto para las generaciones presentes como futuras de nuestra sociedad.

Las metas de la Agenda 2030 no se conseguirán plenamente sin la participación de todas las partes que conforman las sociedades de los países de este mundo: los gobiernos, las empresas y la sociedad civil propiamente dicha.

Entre ellos, en esta hoja de ruta, el sector privado está llamado a jugar un papel central a los efectos de alinear los objetivos de un negocio comercial con objetivos
de equidad y sostenibilidad.

Las empresas pueden hacer que sus impactos sean positivos sobre las personas y sobre el planeta, dado que ellas también, en mayor o menor grado, son responsables
del manejo de las tierras, las aguas, las comunidades, la limpieza, las operaciones contaminantes y del cumplimiento de los derechos laborales y de seguridad en torno a sus cadenas de suministro.

Por ello, la Agenda 2030 por primera vez situó al sector empresarial como agente clave de desarrollo y colocó sus aportaciones al desarrollo sostenible al mismo nivel que las realizadas por los estados y la sociedad civil, siendo considerados como partners imprescindibles pero con responsabilidades mayores en el desarrollo, esto es ver la forma de hacer los negocios con responsabilidad y sostenibilidad empresarial.

Dentro de esta relación, el Pacto Mundial de la ONU es la iniciativa de las Naciones Unidas que promociona un tejido empresarial más inclusivo, sostenible y próspero basado en la ejecución de los ODS.

Por otro lado, también los estados y los gobiernos tienen un rol central en la definición de los criterios y el empuje o impronta que incorporan para el cumplimiento de estos compromisos.

La República Argentina suscribió y se alineó con los principios de la Agenda 2030. La adhesión fue refrendada por Ley.

Se bajaron a las provincias las consignas a cumplir y se monitorean sus avances con indicadores específicos, las cuales a su vez se van informando para evaluar los avances reales a nivel global en reuniones periódicas que se realizan a estos efectos en las distintas áreas temáticas.

Por ejemplo las reuniones COP. La Conferencia de las Partes (COP) es el órgano político
supremo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que cuenta con 197 Estados Partes; así como esta hay otras entidades de la ONU que monitorean periódicamente otras áreas.

La Argentina como muchos otros países ha ido avanzando, con mayor o menor dificultad, en el armado y la implementación de una serie de metodologías, resoluciones, leyes y decisiones que abordan distintos objetivos de la agenda comprometida a cumplir.

En la reciente reunión de la ONU, de Septiembre de 2024, la Argentina, a través de sus máximos representantes del ejecutivo nacional y de cancillería, decidieron renunciar a la Agenda 2030 haciendo entrever que es un "proyecto de la izquierda internacional que tiene por objetivo diseñar políticas de intervención del Estado en la economía de los países", manifestando también que es un "proyecto empobrecedor que coarta la libertad de los individuos y la soberanía de los países".

Claramente éste un planteo muy herrado toda vez que la Agenda 2030 pretende erradicar, entre otras cosas, la pobreza y el hambre para que justamente esos individuos adquieran libertades y se incluyan socialmente en el conjunto del resto de los habitantes del planeta.

Asimismo, la Argentina decidió en la citada reunión de la ONU no suscribir el documento "Pacto del futuro", una hoja de ruta que la mayoría de los países suscribieron para afrontar riesgos catastróficos existenciales crecientes como las guerras, el cambio climático y la creciente pobreza.

El Pacto mencionado lo suscribieron 153 países e incluye 56 objetivos dentro de los siguientes capítulos generales: 1) Desarrollo sostenible y financiación del desarrollo, 2) Paz y seguridad internacionales, 3) Ciencia, tecnología e innovación y cooperación digital, 4) Juventud y generaciones futuras y 5) Transformación de la gobernanza mundial.

Sin embargo, paradójicamente, casi por los mismos días el gobierno argentino anunciaba que el índice de pobreza en nuestro país alcanzaba el 52.9% en el
primer semestre de 2024.

Ahora bien, si el cumplimiento de esta Agenda 2030 va retrasada, posee dificultades de aplicación en algunos de sus objetivos, es resistida en otros, etc. deberá ajustarse o modificarse a futuro para ir cumpliendo con los objetivos definidos, ajustándola tramo a tramo.

Ello implica estar, comprometerse y aceptar ese pensamiento macro global, donde la comunidad científica mundial y los hechos con evidencias, mediciones y resultados reales afianzan que estas transformaciones son necesarias y cada vez más urgentes en algunos de sus casos.

Hay límites que estamos comenzando a sobrepasar y no tienen retorno en cuanto a los daños que se pueden ocasionar. Son irreversibles y afectan la naturaleza normal del planeta.

Entonces como reflexiones finales cabe plantearse en cuanto nos ayudan estas contraposiciones que plantea Argentina actualmente negando por un lado la participación en una Agenda previamente comprometida al 2030, anunciando la no participación en un Pacto a futuro que nos aleja también de compromisos concretos que necesitamos como país y como sociedad.

El pleno pensamiento liberal-libertario posiciona a Argentina en un conjunto vacío en donde nos alejamos de todos los mundos y de todos los principios y objetivos que se pretenden alcanzar a nivel global y en el cual nosotros como país somos una parte de ese globo. Queremos atraer financiamientos del mercado para la ejecución de proyectos pero no alineamos con objetivos que nos obliguen claramente al desarrollo de esos proyectos.

¿ Cuales serían ?, ¿ Donde estarían las prioridades ? ¿ Lo podrá resolver solo el Mercado ?, ¿ Se sentirá este mercado menos controlado por el estado y sin obligaciones de responsabilidad a cumplir ?, ¿ Buscarán su máxima rentabilidadsin muchas obligaciones ?.

Estas y otras varias preguntas son las que como sociedad debemos abordar y analizar para entender finalmente la significancia real del actual mensaje y rol de Argentina, como así su proyección contrapuesta hacia delante de acuerdo a sus recientes planteamientos en las Naciones Unidas, en un mundo global que mayoritariamente viene caminando al revés. 

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