San Juan
Miércoles 18 de Septiembre, 2024
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Mariano Cáceres

Inflación inercial en Argentina: ¿puede el país romper el hábito de los ajustes constantes?

La inflación inercial se arraiga en la economía argentina, impulsada por ajustes automáticos de precios y expectativas constantes de alzas. Con servicios regulados y salarios desfasados, romper este ciclo se presenta como un desafío crucial para la recuperación económica del país

La inflación inercial puede ser un efecto que complica la meta de bajarla a niveles como el resto países vecinos

En un panorama económico complejo, el economista Mariano Cáceres ofreció un análisis profundo de la situación actual de Argentina, destacando varios aspectos que, según su criterio, son importantes para entender la coyuntura económica del país. Cáceres abordó cuestiones como la inflación inercial, la falta de confianza internacional reflejada en un alto riesgo país y la limitada reactivación económica, señalando la necesidad de un programa de estabilización integral y la eliminación de barreras como el cepo cambiario para una verdadera recuperación económica.

Inflación inercial: el problema persistente
Uno de los puntos centrales planteados por Cáceres es la inflación inercial, una situación que describe como una trampa de la economía argentina en la que los aumentos de precios se han vuelto una práctica habitual, casi automática, para los formadores de precios. En este contexto, cada ajuste de precios no responde necesariamente a cambios reales en la oferta y demanda, sino más bien a una expectativa perpetua de inflación. Esto genera un círculo vicioso donde la inflación se perpetúa simplemente porque se espera que ocurra.

Cáceres explicó que esta inflación inercial se evidencia claramente en la forma en que los servicios regulados han comenzado a actualizarse, ejerciendo una presión significativa sobre el índice general de precios. Aunque algunos rubros de la canasta básica muestran incrementos más moderados, cercanos al 2% mensual, en línea con la tasa de devaluación, los servicios continúan subiendo más allá de ese umbral, reflejando el impacto de la inflación inercial. Esto es preocupante porque, a pesar de los esfuerzos por controlar la inflación a través de políticas monetarias restrictivas, el problema persiste debido a la indexación generalizada de precios en la economía.

Además, el economista subrayó que estos niveles de inflación se están registrando en un contexto de recesión económica. Incluso con señales de una leve recuperación de la actividad en agosto, el país sigue experimentando una inflación mensual cercana al 4%, lo cual combina de manera peligrosa con una caída sostenida de la actividad económica. Esto plantea serias dudas sobre la capacidad de la economía argentina para estabilizarse sin una intervención más profunda y estructural.

Reactivación económica y estabilidad: un desafío multidimensional
Cáceres enfatizó que la reactivación económica en Argentina enfrenta múltiples obstáculos, entre ellos, la falta de un programa de estabilización claro y la existencia de restricciones severas como el cepo cambiario. Según Cáceres, aunque hay sectores que podrían mostrar cierta recuperación en los próximos meses, esta reactivación será desigual y estará condicionada por las limitaciones actuales. La presencia de un tipo de cambio retrasado, la falta de acumulación de reservas y la persistencia del cepo limitan severamente las opciones del gobierno para impulsar una recuperación económica robusta y sostenible.

Cáceres señaló que el problema inflacionario no solo afecta la capacidad de consumo de la población, sino que también tiene implicancias profundas en la competitividad internacional de Argentina. La combinación de precios altos en dólares y salarios rezagados en términos reales implica que, aunque en teoría el dólar esté estable, los bienes y servicios son relativamente caros en comparación con otros mercados. Esto no solo afecta la capacidad de compra de los consumidores locales, sino que también limita la capacidad del país para competir internacionalmente.

Un punto adicional que Cáceres destacó es el impacto de los ajustes en las tarifas de los servicios públicos. A medida que se incrementan los costos de servicios esenciales como la electricidad, el gas, el agua y las telecomunicaciones, los hogares se ven obligados a destinar una mayor proporción de sus ingresos a estos rubros, dejando menos margen para el consumo en otros sectores. Esta redistribución del gasto impacta negativamente en sectores como el entretenimiento y otros bienes no esenciales, lo cual reduce aún más la demanda interna y contribuye a un ciclo de baja actividad económica.

Riesgo país y la desconfianza internacional: obstáculos para la inversión
Otro de los temas críticos analizados por Cáceres es la falta de confianza de los capitales internacionales en Argentina, un factor que se refleja claramente en el persistente y elevado nivel de riesgo país. Con valores que oscilan entre 1400 y 1600 puntos, el riesgo país es un indicador de la percepción negativa que los inversionistas internacionales tienen sobre la estabilidad económica y política del país. Este nivel de riesgo indica que los inversionistas ven a Argentina como una opción altamente riesgosa para colocar sus capitales, lo cual reduce significativamente las posibilidades de atraer inversiones extranjeras.

Cáceres enfatizó que esta falta de confianza no solo es un reflejo de la situación actual, sino también de la percepción de que no existen políticas claras y efectivas para corregir el rumbo económico. A pesar de intentos por parte del gobierno de implementar programas como el RIGI o medidas de blanqueo de capitales, estas no parecen ser suficientes para revertir la percepción de riesgo. La falta de un plan de estabilización económica integral, junto con la persistencia de controles cambiarios y otros obstáculos, sugiere que la atracción de inversiones extranjeras seguirá siendo un desafío mayor en el corto y mediano plazo.

Además, Cáceres señaló que, para lograr una recuperación económica sostenida, será necesario no solo atraer inversión extranjera, sino también fomentar un entorno económico más predecible y estable. Esto incluye la eliminación gradual del cepo cambiario y la implementación de reformas estructurales que permitan mejorar la competitividad y la confianza en la economía argentina. Sin estos cambios, la recuperación económica podría ser solo temporal y limitada a ciertos sectores, sin un impacto positivo generalizado en el país.

La necesidad de un programa de estabilización
Cáceres concluyó su análisis subrayando la urgencia de implementar un programa de estabilización económica que aborde no solo las cuestiones monetarias, sino también estructurales. Argumentó que el país ya está atrasado en la implementación de un plan de estabilización y que, sin este, los intentos por controlar la inflación y estimular la actividad económica serán insuficientes. Cáceres indicó que un programa de estabilización debería haberse implementado meses atrás, idealmente en abril, para comenzar a corregir el rumbo y evitar que la situación se deteriore aún más.

En términos de política monetaria y cambiaria, Cáceres sugirió que una de las prioridades debe ser la estabilización del tipo de cambio y la eliminación gradual del cepo. Esto permitiría una mayor fluidez en las operaciones comerciales y una mejor atracción de inversiones, condiciones necesarias para una recuperación económica sostenida. Sin embargo, reconoció que alcanzar una inflación cero no es un objetivo realista ni deseable, dado que la deflación también puede tener efectos nocivos en la economía. En cambio, propuso que la meta debería ser lograr una inflación controlada y comparable a la de otros países de la región, en torno al 4% o 5% anual.

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