El desafío de ser madre y docente en escuelas rurales
Romina Córtez se desempeña como maestra en zonas rurales aisladas. Cómo es ejercer la vocación pero al mismo tiempo dedicarle tiempo a la familia con un bebé de un año.
En los rincones más alejados de la provincia de San Juan, donde la vida transcurre a un ritmo diferente y las comodidades son escasas, se encuentran algunos héroes cotidianos de la educación rural. Romina Cortéz, una maestra de 44 años, es una de ellos. Con nueve años de experiencia en la docencia y madre de tres hijos, el menor de apenas un año, Cortéz enfrenta un doble desafío: educar a los niños en zonas rurales aisladas mientras mantiene el equilibrio en su vida familiar.
Trabajando actualmente en la Escuela Albergue Casa del Niño en Villa San Agustín, Valle Fértil, Romina recorrió un largo camino desde sus inicios en Las Juntas y Las Chacras. Su labor no es sencilla; requiere cruzar ríos y superar terrenos difíciles para llegar a las escuelas, muchas veces en condiciones extremas. "Hay alrededor de veinticinco pasadasde agua desde La Majadita hasta la Junta. A veces, me calzaba las botas de goma para cruzar los cauces", relata Cortéz.
A pesar de contar con una motocicleta, los desafíos del terreno y la falta de infraestructura adecuada han sido constantes. "El acceso a las escuelas varía; algunas tienen complicaciones debido a la geografía, las temperaturas extremas en invierno y la falta de suministros básicos", explica. Estos desafíos son parte del día a día para Romina, quien se enfrenta a la difícil tarea de mantener la calidad educativa en condiciones que a menudo son precarias.
Además de su labor educativa, la docente debe equilibrar su rol de madre. Con tres hijos, el menor aún en su primera infancia, el desafío es aún mayor. "A veces se deja mucho, como estar lejos de tus hijos y tu familia. El hecho de llegar a tiempo y en condiciones para acompañar a los alumnos es una constante preocupación", confiesa. El apoyo de su familia es fundamental para poder cumplir con sus responsabilidades tanto en casa como en la escuela.
Aún con varias dificultades en su camino, Romina se muestra firme en su vocación. "Elegí la docencia porque era lo que realmente quería hacer con mi vida. El compromiso y la dedicación son esenciales. En lugares como estos, debes estar presente en cada momento, ya que no siempre se tienen todos los recursos disponibles", afirma. Las escuelas rurales a menudo carecen de materiales didácticos modernos y tecnología, por lo que los docentes deben ser creativos y adaptarse a las circunstancias.
Para esta maestra sanjuanina, una de las mayores dificultades es la falta de comunicación y los recursos limitados. "A veces, no sabemos si se suspenden las clases o si ocurre algo importante en otras partes. La falta de comunicación y la escasez de recursos limitan nuestras opciones y complican el proceso educativo", señala. Además, la capacidad de proporcionar a los estudiantes materiales y recursos adecuados es un desafío constante.
Romina también ofrece un mensaje alentador a los futuros docentes que puedan sentirse intimidados por los desafíos de la educación rural. "El compromiso y la dedicación son lo que realmente se necesita. Aprovechar cada momento para perfeccionarse, para estudiar, y para estar presente con los niños es fundamental. Aunque no siempre hay acceso a internet o a recursos modernos, el tiempo que pasas con los estudiantes es invaluable", expresa.
El trabajo en las escuelas rurales no es fácil, pero para Romina, es una vocación que llena su vida de propósito y satisfacción. En su testimonio, se refleja la realidad de muchos docentes que, como ella, enfrentan desafíos extraordinarios con un compromiso inquebrantable por la educación y el bienestar de sus estudiantes.
