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Según investigación científica

Mosquitos desarrollan resistencia al repelente más poderoso

Esta adaptación podría complicar los esfuerzos para controlar enfermedades como el dengue, zika y fiebre amarilla, exigiendo nuevas estrategias para la prevención y el control de estos vectores.

Imagen ilustrativa

La presencia de mosquitos es una constante durante el verano, pero en los últimos tiempos, estos insectos no solo han multiplicado su aparición, sino que también han aumentado la preocupación debido a su capacidad para transmitir enfermedades graves como el dengue, zika y fiebre amarilla. Un nuevo estudio ha encendido las alarmas: los mosquitos están desarrollando resistencia al DEET, el componente activo de muchos repelentes considerados entre los más efectivos del mercado.

El DEET y la creciente resistencia de los mosquitos
El DEET, o N-Dietil-meta-toluamida, es un ingrediente común en los repelentes de insectos desde la década de 1940 y ha sido utilizado ampliamente por su efectividad para mantener a los mosquitos y otros insectos a raya. Este compuesto actúa interfiriendo con los receptores sensoriales de los insectos, dificultando su capacidad para detectar a los humanos. Según la investigadora del CONICET, Laura Harburguer, especialista en la Unidad de Investigación y Desarrollo Estratégico para la Defensa (UNIDEF), "el DEET ha sido históricamente el componente más efectivo entre los disponibles en el mercado."

Las formulaciones de DEET suelen variar entre el 7% y el 30%, siendo la concentración un factor clave en la duración del efecto repelente sobre la piel. No obstante, el nuevo estudio publicado en la revista científica PLOS ONE descubrió que los mosquitos, particularmente de la especie Aedes aegypti, están desarrollando una tolerancia progresiva al DEET. Este descubrimiento ha generado gran preocupación, dado que el Aedes aegypti es uno de los vectores principales de enfermedades que afectan a millones de personas en todo el mundo.

Detalles del estudio y hallazgos clave
El equipo de investigación llevó a cabo experimentos donde separaron a los mosquitos en dos grupos, exponiéndolos a mallas tratadas con DEET y mallas sin tratar. Los voluntarios colocaron sus brazos a una distancia de 2,5 centímetros de las jaulas, repitiendo la prueba tres horas después de la primera exposición. Los resultados mostraron que casi la mitad de los mosquitos que habían sido expuestos previamente al DEET intentaron atravesar la malla para llegar al brazo tratado, evidenciando una significativa reducción en la eficacia del repelente.
Los investigadores también realizaron pruebas de electroantenografía, un método que mide las respuestas eléctricas de los receptores olfativos de los insectos. Los resultados mostraron que los mosquitos que fueron preexpuestos al DEET exhibieron una reducción en la sensibilidad de sus receptores olfativos al compuesto. Este hallazgo sugiere que los mosquitos están modificando su respuesta neurosensorial, lo que les permite resistir mejor el DEET en exposiciones futuras.

"Descubrimos que tres horas después de la preexposición, los mosquitos mostraban una notable insensibilidad en su comportamiento, correlacionada con una respuesta disminuida de las neuronas receptoras olfativas al DEET", explican los autores del estudio. Esta adaptación podría tener importantes implicaciones para el uso continuo de repelentes y la necesidad de desarrollar nuevas formulaciones o estrategias para controlar las poblaciones de mosquitos.

Implicaciones para la salud pública y la prevención de enfermedades
La resistencia al DEET podría complicar significativamente los esfuerzos de salud pública para controlar los brotes de enfermedades transmitidas por mosquitos. Con los mosquitos adaptándose a uno de los repelentes más poderosos, las estrategias actuales de prevención pueden volverse ineficaces a largo plazo. La situación demanda una revisión de los métodos de control de mosquitos y el desarrollo de nuevas soluciones, como repelentes alternativos, modificaciones genéticas de mosquitos o técnicas de manejo integrado de plagas.
Además de la resistencia al DEET, otros factores también juegan un papel en la atracción de los mosquitos hacia los humanos. Los mosquitos eligen a sus víctimas basándose en señales químicas y físicas emitidas por el cuerpo, como el dióxido de carbono y el ácido láctico. Aquellas personas que generan más dióxido de carbono, debido a un metabolismo más activo o por factores como el embarazo o el ejercicio, son más propensas a ser picadas.

El olor corporal también influye considerablemente, ya que los compuestos como el ácido láctico, ácido úrico y amoníaco presentes en la sudoración pueden atraer a los mosquitos. Estudios adicionales han mostrado que el tipo de sangre también es un factor relevante: las personas con sangre tipo O son más susceptibles a las picaduras en comparación con aquellas con sangre tipo A o B.

Un desafío en evolución para la ciencia y la sociedad
La evolución de los mosquitos hacia la resistencia a los repelentes más fuertes es un claro ejemplo de la capacidad de adaptación de los insectos a las presiones ambientales y químicas. Este fenómeno subraya la importancia de la investigación continua y la innovación en el campo de la entomología y la salud pública. Con los mosquitos desafiando las barreras químicas y tecnológicas existentes, se hace urgente explorar nuevas formas de prevención y control que puedan mantenerse un paso adelante en esta carrera de adaptación constante.

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