14 °C San Juan
Lunes 23 de Septiembre, 2024
Este lunes los supermercados y comercios estarán cerrados| Abrir nota completa...
Para ver esta nota en internet ingrese a: https://www.diarioelzondasj.com.ar/a/316405
Historia de San Juan

La gesta de Malvinas y la vuelta a la democracia

Un repaso por la guerra de las islas, los héroes sanjuaninos, la crisis militar, la desmalvinización, el regreso de la democracia. y las gobernaciones de Bravo, Gómez Centurion y Escobar.

Guerra de Malvinas.

1. La gesta de Malvinas
Evidentemente, marzo de 1976 y abril de 1982 representan dos caras opuestas de una misma moneda. En definitiva, hablamos de la misma Argentina. 
Esas dos caras personificaban "los dos Ejércitos" con las que Jorge Abelardo Ramos y Arturo Jauretche explicaran las disputas de nuestros sectores fundamentales en el seno de las fuerzas armadas durante toda nuestra historia; simbolizaban las fuerzas en pugna –"revolución y contrarrevolución"-, en los términos que las habían definido el general San Martín (ya en el exilio) y Vicente López y Planes a través de su correspondencia en 1830; aquella situación encarnaba la existencia de esos "dos países" que Juan Bautista Alberdi había caracterizado en sus escritos; y aquel "Unidos o dominados", con el que el general Perón nos había advertido respecto a la disyuntiva que nos deparaba la llegada del siglo XXI; en última instancia, se trataba de esos dos modelos de país incompatibles dentro de una misma Argentina, con sus profundos altibajos, contradicciones, glorias y tragedias, avances y retrocesos: una historia contradictoria y compleja que aún espera la solución profunda de sus "pleitos sin fallar" -como dijera Alfredo Terzaga- y de sus problemas históricos de fondo, en un país todavía irrealizado y en una Nación inconclusa. 


Ciertamente, tanto el nefasto golpe de Estado de 1976 contra un gobierno nacional y popular, como la recuperación de nuestras Islas Malvinas había sido concretado por el mismo poder de facto. 
En el caso del golpe de 1976 el poder detrás del trono no era otro que el de la vieja oligarquía antinacional y antipopular, representada en los primeros años del gobierno militar por José Alfredo Martínez de Hoz y su política de destrucción de la Argentina ascendente, tal cual la habíamos conocido hasta entonces. Por su parte, la recuperación de Malvinas, dado el enfrentamiento que significaba contra el viejo imperio británico, aliado de esa oligarquía argentina, fue una decisión militar -por dispares y distintas razones-, que apuntó los cañones hacia los seculares enemigos externos del pueblo argentino, a pesar de que el día anterior apuntaban hacia adentro. El 2 de abril de 1982 los tanques apuntaron hacia el lado correcto, dándonos un hálito de esperanza.


"A pocas horas del desembarco en Puerto Argentino -decía la crónica de Diario de Cuyo en homenaje a la gesta malvinense-, se organizó un acto a estadio repleto en el Aldo Cantoni. Estuvieron referentes de distintos espacios políticos, organizaciones sociales y la propia Iglesia como parte del convite". Asimismo, "hubo donaciones, infinitas muestras de apoyo a los soldados de una ciudadanía que supo separar la paja del trigo y colaborar con su granito de arena a que la estadía de los soldados sea lo mejor posible". Esa fue verdaderamente la reacción de toda la Patria ante la recuperación de nuestras Islas Malvinas.   


No hay duda de que el poder político de los gobernantes de facto estaba debilitado y en retirada. Pero, si algo demostró Malvinas, por el apoyo popular masivo que concitó, es que el pueblo argentino estaba dispuesto siempre a recuperar nuestras Islas y al ejercicio de su soberanía en todos los terrenos, y para ello no escatimaba medios ni esfuerzos para hacerlo, aunque fuera a través de una dictadura en el gobierno. 
No era el pueblo el que se rendía ante la dictadura que lo había castigado hasta dos días antes, sino la dictadura, al recuperar nuestras Islas Malvinas, la que reconocía de hecho, enfrentando al imperialismo anglosajón, los derechos soberanos del pueblo argentino. 


Más allá de que la dictadura e incluso muchas expresiones civiles estuvieran o no en condiciones de reconocerlo, esos derechos, lógicamente, no eran solo territoriales sino políticos, económicos, sociales y culturales, que las clases oligárquicas del país semicolonial aliadas al Imperio Británico, a lo largo de toda nuestra historia, le habían arrebatado cada tanto al pueblo argentino durante el siglo XIX y el siglo XX (1930, 1955, 1966, 1976), y así también a través de los gobiernos pseudo democráticos y demoliberales cuando éstos adoptaron o prosiguieron las mismas políticas económicas de las dictaduras pro oligárquicas. 


Un hecho cultural resulta demostrativo del cambio contundente que dio el país por aquellos días. La guerra por Malvinas trajo aparejada la prohibición de pasar música anglosajona por las radios; los programadores del momento debieron recurrir a las grabaciones previas en existencia de artistas argentinos; muchos de ellos volvieron de su exilio o debieron salir del ostracismo al que habían sido condenados por la propia dictadura. Por esa razón (y más allá de las intenciones o previsiones del gobierno militar), el público joven de aquella época conoció de hecho esas expresiones musicales que la dictadura había marginado hasta ese momento.


Efectivamente, el 16 de mayo de 1982, aquellos que, como parte del pueblo argentino, habían sido perseguidos y habían combatido con sus letras y su música a la dictadura de 1976, participaron en Buenos Aires del Festival de la Solidaridad Latinoamericana en el Club Obras Sanitarias de la Nación para juntar ropa y alimentos para nuestros soldados que combatían en Malvinas. Más de 60.000 personas estuvieron en el estadio y muchos más siguieron la transmisión en vivo del concierto de Gieco, Spinetta, Mestre, Rada, el gran Charly García y Lebón. La era de la popularidad para el rock nacional había llegado de la mano de la defensa de nuestros intereses territoriales y nacionales en el Atlántico Sur y junto a nuestros hermanos latinoamericanos.  

Efectivamente, a pesar de la dictadura y del retroceso nacional y popular que significó el llamado Proceso de Reorganización Nacional, algunas de cuyas leyes siguieron vigentes durante la democracia, a través de esa guerra nacional -de abril a junio de 1982-, la Argentina se reencontró con nuestra Patria Grande y sus grandes ideales nacionales, recibiendo incluso el ofrecimiento de apoyo militar concreto de gobiernos latinoamericanos como el de la República de Perú y Panamá. E incluso congregó, además del apoyo fraternal de toda América Latina, la solidaridad y el apoyo de Fidel Castro, del gobierno sandinista de Nicaragua y del líder libio Muammar Khadaffi, enrolados en las antípodas del régimen militar. 


La bicentenaria semicolonia, al menos por dos meses y dos días gloriosos, se alzó contra el Imperio que la había conformado como tal, y la dictadura que se había instaurado para imponer el mandato de los imperios dominantes, se vio obligada –las intenciones o razones terminan siendo secundarias ante la contundencia de los hechos- a enfrentar al Imperio Británico a sangre y fuego. Pero, en contraste con la inmediata intuición del pueblo, la mayoría de los políticos, intelectuales, periodistas y muchos académicos de entonces estaban lejos de comprenderlo.


Los héroes sanjuaninos
Participaron de la gesta de Malvinas 479 sanjuaninos. De ellos, 23 murieron defendiendo el territorio nacional recuperado. En el artero y criminal ataque enemigo al Crucero ARA "General Belgrano" fuera de la zona de exclusión, perecieron 21 sanjuaninos. Los otros dos murieron heroicamente en las propias Islas. 


El primer héroe sanjuanino inmolado en la defensa del territorio isleño argentino fue el cabo primero Agustín Hugo Montaño, oriundo de Caucete. Su muerte se produjo en el bautismo de fuego de las tropas argentinas, el 1 de mayo de 1982, cuando cumplía tareas de apoyo técnico de un avión Pucará. Allí fue alcanzado por una ráfaga de tres aviones Sea Harrier británicos que buscaban neutralizar las operaciones de la Base Aérea Militar Cóndor (aeródromo de Pradera del Ganso) ubicada en el istmo de Darwin. 


El otro héroe sanjuanino que dejó su cuerpo en las Islas, como testigo y testimonio de la valentía y dignidad argentinas, fue el teniente Oscar Augusto Silva, del Regimiento de Infantería Nº4 de Monte Caseros, en Monte Tumbledown, entre la noche del 13 y madrugada del 14 de junio, horas antes de la rendición. 


La memorable recuperación e inmediata guerra por Malvinas tuvo como protagonistas que supieron defenderlas con honor, dignidad y valentía (virtudes reconocidas incluso por el enemigo), tanto a militares profesionales como a conscriptos argentinos, y contó con el apoyo masivo del pueblo de la Patria, aunque también de cierta indiferencia y hasta disgusto de algunos partidos políticos, que solo atinaron a reclamar democracia. 

Pero la democracia que devino, al no proseguirse la lucha anti imperialista a través de la política, de la economía y de la cultura como la situación ameritaba, fue en definitiva la democracia de "baja intensidad" que obtuvimos y que permitió que aquellas políticas económicas neoliberales contra el pueblo y contra el país que había implementado la dictadura de 1976 -y que nunca fueron juzgadas hasta hoy-, volvieran a tener plena vigencia aún bajo el régimen democrático.


2. Crisis militar y desmalvinización
La derrota y rendición militar del 14 de junio de 1982 fue seguida por una vergonzosa desmalvinización que cubrió todos los rubros y todos los campos, inclusive el humano y el social, con el olvido y abandono a su propia suerte de los combatientes y veteranos de la heroica guerra. Para muchos, que la vieron desde afuera, la defensa de nuestras Islas pareció ser una afrenta a su libertad individual, más que un orgullo colectivo por haber defendido con valentía y dignidad -como lo hicieron nuestros soldados- el territorio nacional usurpado. 

Después del olvido y abandono de nuestros héroes, la desmalvinización consistió en un borrón y cuenta nueva, como si nada hubiera pasado y como si nada se hubiera aprendido del enfrentamiento a sangre y fuego contra nuestros consuetudinarios enemigos, enfrentamiento del que, al parecer, muchos abjuraron, catalogándolo de "aventura irresponsable". Se rebajaba así al defecto de una irresponsabilidad lo que había sido una virtud, elevada al grado del heroísmo en defensa de la Patria. 
No es de extrañar que, desde entonces, para muchos fuera más importante ganar elecciones (¿solo en eso consiste la democracia?), que encarar resueltamente la liberación de la Patria de sus yugos políticos, económicos, sociales, territoriales y culturales centenarios. 

No sería aventurado pensar que, desde 1976 en adelante, sin solución de continuidad hasta nuestros días, la conciencia nacional de los argentinos -a pesar de los avances eventuales logrados- ha tenido un retroceso sustancial, sin volver a tener aquel nivel histórico y político anterior a 1976. 

Llegados aquí, después de aquella tremenda derrota nacional de la que no nos hemos recuperado del todo, al no reconstituirse como una conciencia nacional integral y profunda, como la que se requiere en esta encrucijada histórica, ese déficit resulta una de las causas principales de nuestra impotencia colectiva, que no atina a dar solución definitiva y permanente a nuestros largos y hondos problemas que vienen, no desde hace cuatro, cinco o siete décadas, sino desde el fondo de nuestra historia.   


3. Las elecciones de 1983 y la vuelta a la democracia
La derrota militar en la batalla de Puerto Argentino aceleró la vuelta a la democracia, y el régimen militar convocó a elecciones generales para el 10 de diciembre de 1983, no sin antes promulgar un anunciado y esperado Estatuto de los Partidos Políticos. 
En San Juan, los principales contendientes fueron el FREJULI, la UCR, la UCRB (Bloquista), Cruzada Renovadora y el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID). Contra todas las expectativas de muchos, tanto la fórmula nacional del peronismo como la fórmula provincial fueron derrotadas en las urnas. Según algunos analistas, hubo muchos votos combinados con la boleta alfonsinista para presidente y la boleta bloquista para gobernador, atribuido al "acuerdo tenaza entre Alfonsín y Leopoldo Bravo" para asegurar la derrota justicialista. Así fue como, a nivel nacional triunfó la fórmula Raúl Alfonsín – Víctor Martínez, y a nivel provincial se impuso la fórmula Leopoldo Bravo – Jorge Ruiz Aguilar (36,47%), dejando en segundo lugar la fórmula justicialista de César Gioja – Pablo Ramella (29,84%), y en tercer lugar a la fórmula radical de Carlos Teófilo Alonso – Antonio De la Torre (21,15%). En el cuarto y quinto lugar se ubicaron la Cruzada Renovadora (5,61%) y el MID (1,97%). En la Cámara de Diputados provincial, el Bloquismo ocupó 27 de las 30 bancas en juego y el Justicialismo se quedó con las tres restantes.

Leopoldo Bravo.


 
La elección para legisladores nacionales deparó también varias sorpresas: se impuso la fórmula radical de diputados nacionales, Ricardo Colombo y Miguel José Moragues, aunque por las minorías salieron electos también el bloquista Antonio Díaz Lecam y la esposa del líder bloquista, Ivelise Falcioni de Bravo; y por el justicialismo, Olga Riutort y Pedro Salvador Rodríguez, obteniendo los tres partidos dos bancas cada uno de las seis en juego. 

Después de gobernar durante dos años "con todos los resortes del control político en sus manos" y "la llave de los acuerdos y entendimientos con Raúl Alfonsín", el bloquismo nuevamente se ilusionó con ganar también las elecciones de medio término de 1985, pero el resultado le fue totalmente adverso, dado el ascendiente del Dr. Alfonsín en ese momento. Debido a esa derrota electoral, el Dr. Bravo renunció al gobierno y debió asumir el mandato su vicegobernador, el médico Jorge Ruiz Aguilar. 

A través de aquellas elecciones de 1985 llegaron al Congreso dos radicales: Mario Alberto Gerarduzzi (Juez Federal desde el fin de la presidencia del Dr. Illía hasta el final del Proceso) y Domingo Usín. Poco faltó para que el radicalismo se quedara con las tres diputaciones nacionales en juego.

El Dr. Jorge Ruiz Aguilar gobernó hasta 1987, concluyendo el mandato del Dr. Leopoldo Bravo. Sin embargo, Bravo no perdió su condición de conductor del Partido Bloquista ni de principal interlocutor de Alfonsín en la provincia, y defendiendo su liderazgo local fue elegido Senador Nacional por San Juan y principal interlocutor sanjuanino del partido radical en el Congreso de la Nación. 

Mas, aunque Bravo no podía ni quería volver al gobierno, tampoco estaba dispuesto a entregarle el gobierno a sus aliados políticos nacionales y tenía en la manga la clave del próximo triunfo electoral en la provincia: el Dr. Carlos Enrique Gómez Centurión, que ya había sido gobernador en San Juan (en la época de la dictadura lanussista), senador nacional en representación del bloquismo, y conservaba mucho de su prestigio como profesional (geólogo, en una provincia minera) y como hombre de Estado. Esa sería la fórmula para las elecciones de 1987: Carlos Gómez Centurión – Wbaldino Acosta.

Pero antes de proseguir, veamos qué pasó con el llamado a elección de Convencionales para la redacción de una nueva Constitución Provincial.

La Constitución de 1986

En 1985, el entonces gobernador Leopoldo Bravo decidió enviar un proyecto de ley para provocar una reforma en la Constitución. El proyecto de reforma de la Constitución ingresó a la Cámara de Diputados provincial y, tras ser debatido en el recinto, los legisladores resolvieron darle aprobación.
Un poco más tarde, en las elecciones generales, el voto popular consagró a los integrantes de la Convención Constituyente que daría forma a la Constitución de 1986. Con gran sorpresa para el oficialismo local, que creyó asegurado su protagonismo en la modificación de la Carta Magna, el resultado de las elecciones para constituyentes fue el siguiente: de las 30 bancas (la misma cantidad de convencionales que para diputados), le correspondieron veinte a la mayoría electa (Unión Cívica Radical), seis a la primera minoría (Frente Justicialista de Liberación) y, cuatro a la segunda minoría (Bloquismo), determinando que, así como la de 1927 había sido una Constitución bloquista, ésta fuera una Constitución radical.


San Juan había sancionado a lo largo de su historia tres Constituciones Provinciales y sus modificaciones: la de 1856, convocada y luego presidida por el brigadier General Nazario Benavides al finalizar su mandato, sancionada en el gobierno de su sucesor, el coronel Francisco D. Díaz; la llamada "Constitución de 1878", que algunos consideran solo una reforma menor de la anterior, impulsada por el gobernador Rosauro Doncel y promulgada por su sucesor, el coronel Agustín Gómez; y la de 1927, de los hermanos Cantoni y del bloquismo histórico, que fue la primera Constitución en el país en otorgarle sus derechos electorales a la mujer y sus derechos sociales a los trabajadores provinciales. 


La Constitución de 1986 fue la cuarta Carta Magna provincial -o la tercera, según el punto de vista- y la primera de la República Argentina en ser modificada tras el regreso de la democracia en 1983.
Los convencionales de la UCR fueron Rafael Adárvez (que reemplazó a Carlos Alonso, fallecido en un accidente de auto), Mario Capello, Miguel Castillo, Lucio Chávez, José A. Fernández Vargas, Mario Gerarduzzi, Rubén Pontoriero, Martín Riveros, Mario Roberto Rojas, Luis Barroso, Manuel Castillo Rodríguez, Ricardo Colombo (renunció antes de asumir y lo reemplazó José Luis Ramhé), Antonio Rogelio Falcón, Dante Mauro Figueroa, Ricardo Grossi Colombo, José Munizaga, Juan Pons, Juan José Russo y Héctor Miguel Seguí. 


Por el FREJULI fueron electos convencionales Margarita Ferrá de Bartol (quien renunció antes de terminar la Convención y su lugar lo ocupó Hugo Echegaray), Eduardo Leonardelli, Jorge Fernando Rivera Prudencio, Hugo Giuliani y Pablo Ramella. 
Los cuatro constituyentes bloquistas fueron Wbaldino Acosta, Eduardo Pósleman, Julio César Cámpora y Pedro Rodolfo Rizo. 


La convención fue presidida por el radical Mario Gerarduzzi y comenzó a sesionar el 1 de febrero de 1986. Los secretarios fueron dos jóvenes abogados: Antonio Falcón y Rubén Pontoriero. El vicepresidente primero fue otro radical, José Fernández Vargas, y vicepresidente segundo Pablo Ramella.
Varios especialistas en el tema, entre ellos juristas de la talla de Humberto Quiroga Lavié, colaboraron en la elaboración de la nueva Constitución sanjuanina. Entre los integrantes de la Convención, figuraban destacados estudiosos como el Dr. Pablo Ramella y el Dr. Eduardo Leonardelli (docente de la UNSJ).


El nuevo texto fue sancionado el 23 de abril de 1986 y fue jurada por los 30 convencionales una semana después. El 1º de mayo de ese año entró en vigencia.
La nueva Constitución de 1986 planteó una variedad de cambios respecto a su antecesora de 1927, entre ellos, la creación de nuevos institutos como el Tribunal de Cuentas y la Defensoría del Pueblo; incorporó el Pacto de San José de Costa Rica como uno de sus anexos; y sirvió de modelo en cuanto a la incorporación de derechos y garantías que fueron sumados en 1994 en la reforma de la Constitución Nacional.


Asimismo, los convencionales constituyentes hicieron hincapié en derechos individuales tales como la acción de amparo o el hábeas corpus. El 2 de agosto de 1987 se realizaron las elecciones para elegir gobernador, vicegobernador y diputados provinciales. El Dr. Carlos Gómez Centurión (extrapartidario), con el 31% de los votos, fue electo gobernador de San Juan y asumió su segunda gobernación (la primera había sido entre 1971 y 1973) el 10 de diciembre de ese mismo año de 1987, acompañado por el Dr. Wbaldino Acosta (bloquista) en su función de vicegobernador de la provincia. 

Carlos Enrique Gómez Centurion.

La Unión Cívica Radical, con la fórmula Héctor Miguel Seguí y Miguel Moragues (que venía de ser diputado nacional), alcanzó el 27%; el Partido Justicialista quedó tercero con la fórmula José Amadeo Conte Grand – Luis Alberto Martínez, con el 26,50%; y Oscar Adárvez – Rubén Mut, del Partido del Centro, obtuvieron el 4,50% de los votos.  

En la Cámara de Diputados, las 42 bancas en disputa se repartieron de la siguiente manera: 17 para el Partido Bloquista, 12 para la Unión Cívica Radical, 10 para el Partido Justicialista, y tuvo un representante por la Unión de Centro Democrático, uno por la Cruzada Renovadora y uno por el Movimiento de Integración y Desarrollo.


Los cuatro años siguientes transcurrieron en la provincia con el marco de fondo del Plan Austral (programa argentino de estabilización monetaria ejecutado desde junio de 1985 por Juan Vital Sourrouille, segundo ministro de economía del presidente Alfonsín, por el cual se cambió la denominación monetaria -Pesos por Austral- y se logró contener la inflación provisoriamente), para asistir luego al rebrote inflacionario de 1988, que forzó a crear un nuevo programa conocido como Plan Primavera, pero que no lograría evitar la hiperinflación con la que terminó el gobierno del Dr. Alfonsín, obligándolo a entregar el gobierno anticipadamente el 9 de julio de 1989 a la fórmula ganadora en los comicios nacionales: Carlos Saúl Menem – Eduardo Duhalde. 


En cuanto a la relación del gobierno provincial con el gobierno nacional, se mantuvo la armonía, dada la capacidad de negociación del Partido Bloquista en las esferas nacionales y a la experiencia del Dr. Gómez Centurión en la administración del Estado.
Al cumplirse los cuatro años de mandato constitucional del gobierno bloquista, el 11 de agosto de 1991 se realizaron las elecciones para elegir la nueva fórmula gubernamental y 42 diputados provinciales. 


Con parejas expectativas, triunfó la fórmula del Frente Justicialista Popular (FREJUPO) con Jorge Alberto Escobar – Juan Carlos Rojas, alcanzando el 32,66 de los votos. Muy cerca, la Cruzada Renovadora, con Alfredo Avelín – Julio Prado logró obtener el 30,13% de los votos; y Juan Gilberto Maratta – Carlos Sambrizzi de la Alianza Bloquista (en retroceso), el 28,13 %. La Unión Cívica Radical, con Carlos Quevedo Mendoza y Delia Pappano obtuvo el 7,42%, y el Partido del Centro el 0,92% de los votos válidos. José Luis Gioja fue elegido Diputado Nacional.

Jorge Alberto Escobar.


De alguna manera, el ciclo bloquista estaba agotado en la provincia. Su alianza con un gobierno nacional que debió dejar anticipadamente el poder y la necesidad de apelar a un candidato extrapartidario -el Dr. Carlos Enrique Gómez Centurión- en las lecciones de 1987, aunque ambas opciones le habían permitido sostenerse en el poder, no obstante, en una provincia que nunca había sido bipartidista y siempre terciaron otras opciones, daban como resultado un ciclo histórico terminado.  

Para el investigador y analista Horacio Cao -cuya labor, como la de otros investigadores y analistas de la historia reciente nos ayudan a reconstruir y entender la historia-, "en las elecciones para gobernador de 1991 se observa un cambio del escenario electoral. Mientras que 1983 y 1987 el bloquismo se había impuesto a partir de un discurso provincialista que apostaba a la división del voto opositor entre la UCR y el PJ, en dicha elección la aparición de otro partido regional -la "Cruzada Renovadora"- divide al electorado a la vez que reduce sustancialmente la perfomance electoral de la UCR. Los resultados finales muestran un virtual empate técnico en el 30% de los votos entre tres fuerzas electorales: la Cruzada Renovadora, el Partido Bloquista y el Justicialismo. Este último partido es quien gana las elecciones en un recuento para el infarto, accediendo al cargo de Gobernador Jorge Escobar, un empresario sin antecedentes políticos". 


Esa sería una de las características de la época. Pero no era "la política" o solamente "los políticos", sino la falta de verdaderas y profundas "Políticas de Estado", dada la profunda crisis argentina, la que el país arrastraba -y arrastraba al país- sin solución de continuidad desde 1976, y que tendría finalmente que ver, apenas diez años después de 1991, con el "que se vayan todos". No alcanzaba tampoco con los distintos tipos o modelos de relación/dependencia Provincia - Nación, que bien marca Cao, para sostener la tranquilidad y cierto bienestar en el territorio provincial. 


La desaparición física del general Perón en 1974, el golpe del ’76 que volvió a desalojar abruptamente del poder a un gobierno peronista, con la debacle económica, social y cultural que ese golpe significó para el pueblo argentino en términos profundos, la derrota peronista del ’83, los siguientes años de ausencia del peronismo en el poder y la transformación del mundo bipolar en unipolar a partir del derrumbe de la Unión Soviética y la caída del Muro de Berlín en 1989 (que dejaba descolocada la Tercera Posición), llevarían al partido de Perón a replantearse todo. 


Tal vez ello explique el desconcierto de los máximos dirigentes políticos en aquella verdadera encrucijada de la historia. Y aunque esta vez el Justicialismo ganó las elecciones de 1989 en el país con la bandera de la "revolución productiva", esa "revolución" no equivaldría a las tres banderas históricas del peronismo, desandando el camino recorrido por el movimiento nacional hasta entonces y recorriendo el camino contrario al que había marcado su derrotero histórico.     

Últimas noticias

Ver más noticias