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Historia de San Juan

La vuelta del General, el quinto gobierno peronista en San Juan y la caída del gobierno popular (1966 – 1976)

Profesor Eloy Próspero Camus.

1. De la dictadura de Onganía a un nuevo gobierno popular
En diciembre de 1964, en plena presidencia del Dr. Arturo Illía y de la primera gobernación del Dr. Leopoldo Bravo, se produciría el intento y frustración de la vuelta al país del general Juan D. Perón y la ratificación de la proscripción del peronismo en el marco de un gobierno "semidemocrático" (1964 – 1966). La debilidad de ese sistema conduciría al golpe de Estado de 1966 y a la dictadura de Onganía, que según sus autores venía a quedarse "por 20 años". 


La dictadura de 1966 alcanzaría tan solo siete años, pues a los tres años nomás sufriría su primer gran resquebrajamiento, cuando las sublevaciones populares y provinciales de 1969 y años subsiguientes (Corrientes, Rosario, Córdoba, Catamarca, Tucumán, Salta, Gral. Roca, Cipoletti, Mendoza e incluso San Juan) condujeron al poder militar a una salida democrática y la aceptación de la vuelta definitiva del general Perón al país, concesiones que las movilizaciones activas y masivas en todo el territorio argentino arrebataron a la dictadura. 


Las sublevaciones populares en todo el interior, principalmente el Cordobazo del 29 de mayo de 1969, descoyuntaron a la dictadura. En este caso, se trató de la lucha del pueblo en la calle y no de grupos armados o aislados de las masas. Como bien dice Jorge Abelardo Ramos en Revolución y Contrarrevolución en la Argentina (Tomo V), lo que singulariza a los grupos minoritarios "es su desconfianza y antipatía por las demostraciones de masas", y "cuando hay terror, las masas no aparecen". El Cordobazo fue una auténtica rebelión popular.  


A la rebelión masiva en todo el país contra el alza de tarifas de los servicios públicos, la desnacionalización de la economía, la creciente desocupación, la falta de derechos políticos e individuales y la proscripción del peronismo y de su máximo líder -expresión de la alta conciencia nacional de entonces-, le respondió un amague de recomposición del gobierno de facto, insinuando algunas medidas económicas nacionalistas en la presidencia del general Marcelo Levingston -sucesor del general Onganía después de su estrepitosa caída-, que duró muy poco; y finalmente, el intento del general Agustín Lanusse, con el fin de darle una salida política al régimen (a través de un "Gran Acuerdo Nacional", el GAN), con la legalización del peronismo y la pretendida candidatura a presidente del propio Lanusse, aunque con la proyectada prescindencia de Perón. 


EL GAN fracasó y el general Perón volvió al país después de 18 años de exilio y proscripción, aunque la salida electoral, por artilugios legales, si bien alcanzaría la legalización del peronismo como movimiento y partido (Partido Justicialista), en cambio no alcanzaría al propio general Perón, que arribó al país recién el 17 de noviembre de 1972, después de la fecha fijada como condición de la dictadura en retirada para aprobar su postulación presidencial para los próximos comicios. 


El Frente Justicialista de Liberación Nacional – FREJULI- (el Partido Justicialista y una conjunción de otros partidos, del que no participaría el Frente de Izquierda Popular -el FIP de Abelardo Ramos-, fundamentado en esa decisión por estar excluido el general Perón de esas elecciones), consagraría el 11 de marzo de 1973 la fórmula frejulista de Héctor J. Cámpora y Vicente Solano Lima. No obstante, cuarenta días después de su asunción el 25 de mayo de 1973, los gobernantes renunciarían a sus cargos para que Perón, en elecciones totalmente irrestrictas y democráticas, sin proscripciones de ningún tipo, pudiera ser candidato como correspondía.


 Con la asunción del general Perón y de su esposa Isabel Martínez (esta vez sí con el aporte de los 900.000 votos del FIP, representante de la izquierda nacional en la Argentina, llevando en sus propias boletas la fórmula Perón – Perón)-, a través del plebiscito del 23 de septiembre de 1973, renacía una vieja esperanza y amanecía un nuevo país. 


En San Juan advenía el quinto gobierno autenticamente constitucional y peronista desde el golpe de 1955, gobierno que había sido precedido por los mandatos populares, verdaderamente democráticos y sin proscripciones de Juan Luis Alvarado, Ruperto Godoy, Elías Amado y Rinaldo Viviani entre 1946 y 1955. 


2. Eloy Próspero Camus: el quinto gobernador peronista de San Juan (1973 – 1976)
El gobierno peronista de 1973 en San Juan -después de los gobiernos de Alvarado, Godoy, Amado y Viviani durante la primera década peronista- puede ser representado casi excluyentemente por la figura legendaria de su gobernador, el profesor Eloy Próspero Camus.
Camus era un "heredero de la vieja y prudente tradición del "caudillo manso" Nazario Benavides, según lo definiera el Dr. César Ambrosio Gioja, a la sazón su biógrafo y el funcionario más cercano a don Eloy, como popularmente se lo conocía por aquella época.  


Desde 1923, durante los gobiernos cantonistas, y comprometido con su causa, Eloy Camus había sido sucesivamente maestro, miembro permanente del Consejo General de Educación y diputado provincial en el segundo gobierno de don Federico Cantoni; y entre 1943 y 1946, profesor de Literatura en el Colegio Nacional Monseñor Pablo Cabrera y el Liceo Nacional de Señoritas Paula Albarracín de Sarmiento. En las elecciones del 23 de febrero de 1946 fue elegido diputado nacional por la Unión Cívica Radical Bloquista.Al concluir su mandato cuatro años después, integraba el bloque peronista, al que adhirió el partido que lo vio nacer en la política. 


Fue el Prof. Eloy Camus quien le presentó el Dr. Federico Cantoni al general Perón siendo ya presidente. Elegido diputado nacional por el peronismo para el período 1952 – 1958, cesó en sus funciones cuando fue disuelto el Congreso por la "mal denominada "Revolución Libertadora".


Como señala el Dr. César Gioja, uno de los testigos y protagonistas principales de aquel gobierno (primero como presidente del bloque de diputados justicialistas y después como ministro de Gobierno del Prof. Camus hasta finalizar el mandato), Camus "mantuvo a San Juan pacificado, salvando innumerables vidas, en tiempos de ensañamiento y desapariciones de personas" del que fueron víctimas gobierno y pueblo, tanto en San Juan como en todo el país. 

En esas condiciones, no obstante, el prominente dirigente sanjuanino del Frente Justicialista de Liberación y presidente a la vez del Congreso Nacional Justicialista, se dio tiempo para realizar una importante labor gubernamental en San Juan, que coincidió sucesivamente con las presidencias del Dr. Héctor J. Cámpora, Raúl Lastiri, el propio Juan Domingo Perón (hasta su muerte) y Estela Martínez de Perón, entre mayo de 1973 y marzo de 1976. 

"El gobierno de Eloy Camus -refiere César Gioja en su libro "Don Eloy, el Hombre definitivo"- realizó, en muy poco tiempo, un programa fundamental, arranque de un nuevo modelo en San Juan, que el propio Camus denominó "la transformación económica y social". 

Desde 1973 hasta marzo de 1976, como siguiendo un mandato histórico, la construcción de edificios públicos constituyó el rubro mayor del presupuesto provincial, seguido por educación y salud. Asimismo, al cabo de dos años y seis meses de gobierno, se habían construido 50 barrios (más de 600 viviendas) en todos los departamentos sanjuaninos. Cuando Camus fue derrocado por el golpe militar, habían sido iniciadas 1.031 viviendas más a lo largo y ancho de toda la provincia. 

Puedo recordar el verdadero alud de bicicletas de los obreros de la construcción al concluir la jornada de trabajo, que salían del obrador donde se construía uno de los grandes complejos habitacionales de San Juan en aquella época: barrios San Juan, Municipal y Jardín Policial, a continuación de los barrios Bancario, Universitario y otros. 

Los edificios que caracterizaron la nueva imagen de la ciudad y de sus espacios públicos urbanos que hoy están a la vista, fueron el de la Municipalidad de la Capital, el proyecto ferro-urbanístico (que venía desde la gobernación del Dr. Américo García y que se frustró finalmente por la dictadura y la eliminación del ferrocarril en la década del 90, aunque se comenzaron a ejecutar las obras iniciales durante el gobierno del Prof. Camus) y el Centro Cívico (80 mil metros cuadrados cubiertos, detenidos por el Golpe y la desidia posterior de los siguientes treinta años), concluido recién en la gobernación del Ing. José Luis Gioja, durante la presidencia del Dr. Néstor Carlos Kirchner. 

Poco antes del golpe de Estado de 1976, el Prof. Camus resumía así su propia labor y visión estratégica de gobierno desde 1973: "El pueblo nos votó para que operáramos la transformación económica y social tanto tiempo anheladas. A la vista de todos están los frutos de la fidelidad al mandato del pueblo que dio un respaldo plebiscitario a nuestro programa de gobierno. La intensificación del esfuerzo para la terminación del dique de Ullum; el trabajo mancomunado con Agua y Energía Eléctrica de la Nación para la materialización del proyecto y la próxima convocatoria a la licitación del Dique Cuesta del Viento (que concretara José Luis Gioja en su mandato); las obras de sistematización y rehabilitación del sistema de riego, como complemento del Embalse de Ullum; los planes de colonización agrícola en marcha; la tarea de plasmar una adecuada infraestructura para el desarrollo turístico con el complejo Pismanta; la radicación de importantes industrias y el impulso al estudio y planificación de la gran minería sobre la base de las reservas de cobre del Pachón y el Mercedario; la ejecución acelerada de una extensa red de caminos pavimentados; las importantes realizaciones en materia de forestación; el tendido de líneas eléctricas hacia todos los rincones habilitados de nuestro territorio; el tremendo impulso dado a la construcción de viviendas populares; la defensa constante de nuestra riqueza básica, la vitivinicultura, y el empuje dado a la empresa fundamental de los productores, la CAVIC (Bodega estatal concebida en la época de los Cantoni, que el gobierno bloquista de 1964 había renovado), y otras realizaciones, constituyen la expresión indiscutible de la más fecunda y visionaria acción de gobierno que se haya realizado en San Juan". 

Uno de los grandes logros económicos de este período –"un acto de decisión política significativa", especialmente citado por su último ministro de Gobierno, fue el contrato que en 1974 logró el gobernador y por el cual la empresa contratista, en tratativas con Obras Sanitarias de la Nación, en vez de importar bauxita de Brasil para clarificar el agua, debió comprometerse por contrato a utilizar con ese mismo fin el sulfato de aluminio que se producía en Calingasta y que, dada la importancia que tiene el agua en San Juan, era el motor y el elemento más importante en la actividad económica y social de ese departamento del oeste sanjuanino, con mucha influencia en la economía provincial. Aquel contrato se mantuvo vigente desde 1975 hasta 1980.  

Debemos consignar por último que, tan pragmático como era, y con una concepción frentista y/o movimientista del ejercicio del poder a la vez, Camus eligió para su gobierno funcionarios de distinta extracción política y social. Fue el caso en primer lugar de la persona elegida para completar la fórmula gubernamental, don Francisco Aguilar, hombre sobre todo de gran lealtad. Incorporó técnicos y profesionales no peronistas que le valieron las críticas del peronismo, según consigna su biógrafo. Mantuvo al Dr. Bernardo Zacalik (geólogo), que no era peronista, al frente de la construcción del Dique de Ullum. A Eudoro Rodríguez (bloquista) en la Fiscalía de Estado. Nombró a Ubaldo Montaño, de extracción gremial y secretario general de la CGT local, como ministro de Bienestar Social, y al presidente de la Federación Económica de San Juan, don Eusebio Baltazar Zapata, como ministro de Gobierno.  

Esta breve descripción nos da la pauta de las acciones y realizaciones de las que el golpe de Estado del 76 privó a San Juan, impidiéndole avanzar y desarrollarse por muchos años. 

Recién en la llamada Segunda Reconstrucción (2003 -2015) se pudieron concluir obras estratégicas concebidas, proyectadas e incluso comenzadas a construir en el gobierno del Prof. Eloy Próspero Camus, antes, durante y después de la tercera presidencia del Gral. Juan Domingo Perón, en los tres años previos al derrocamiento arbitrario y nefasto del gobierno justicialista. 

3. Adiós al Coronel 

Al fin y al cabo, el Cordobazo generó la retirada de la llamada "Revolución Argentina" y la apertura de un verdadero ciclo democrático en el país, que permitió el regreso del general Perón a la Patria y su elección, por tercera vez, como presidente de todos los argentinos. El Plan Económico que aplicó Perón "en líneas generales, suponía un grado notable de democratización y nacionalización planificada". 

Estas fueron sus principales medidas: 1) Ley de Inversiones Extranjeras; 2) Impuesto a la renta normal y potencial de la tierra (ley agraria); 3) Suspensión de desalojos rurales; 4) Corporación de la Pequeña y Mediana Empresa; 5) Corporación de Empresas del Estado; 6) Nacionalización de las exportaciones de granos y carnes; 7) Nacionalización de los depósitos bancarios; 8) Eliminación de las financieras extra bancarias; 9) Registro de agentes extranjeros; 10) Promoción minera; 11) Aplicación estricta de la Ley de "Compre Nacional"; 12) Impuesto a la renta presunta para profesionales con más de diez años de ejercicio liberal de la profesión; 13) Ley de represión a la evasión fiscal; 14) Ley de Abastecimiento (sancionada el 20 de junio de 1974).    

Dato destacable, el proyecto del secretario de Agricultura, Ing. Horacio Giberti, por primera vez en la historia argentina proponía aumentar la producción agropecuaria y gravar con un impuesto a los latifundistas improductivos. Es curioso, pero las Ligas Agrarias del Noroeste, inspiradas por izquierdistas urbanos, rechazaban la Ley Agraria por reformista, coincidiendo con los latifundistas pampeanos que la rechazaban por revolucionaria. 

No debe escapar a nuestro análisis que, apenas dos días después de ese triunfo electoral abrumador, la alegría de Perón y del pueblo argentino era empañada con un acto terrorista: el asesinato del secretario general de la CGT José Ignacio Rucci a manos de una de las organizaciones armadas de la época. 

En un juego de pinzas -a izquierda y derecha del gobierno popular- Perón se vio obligado a poner las cosas en su lugar. El 1º de mayo de 1974, ante una multitud reunida en la Plaza de Mayo, después de una silbatina a la vicepresidenta y esposa del presidente por parte del grupo Montoneros, Perón los calificó de "estúpidos imberbes" y los echó de la plaza. 

Un mes después de este discurso, en otro acto multitudinario (12/6/74), Perón dejaba como "único heredero" al pueblo argentino, pero el 1º de julio de 1974 moría, dejando al pueblo inconsolablemente huérfano. 

En su "Adiós al Coronel", así lo despedía el pensador, político e historiador Jorge Abelardo Ramos: "Perón e Yrigoyen fueron los dos grandes caudillos nacionales en lo que va del siglo. Nadie podría imputarle a lo largo de su prolongada lucha que haya sido infiel al programa que propuso al país en 1945… Como luchó por desarrollar un capitalismo nacional contra la sociedad inmóvil de la hegemonía terrateniente, ésta lo declaró indeseable, lo derribó y lo repatrió durante 18 años. El pueblo sin la ayuda de los sociólogos comprendió que solo un patriota podría merecer tal castigo. A tal odio, respondió con un amor equivalente". 

Con la muerte de Perón, comenzaba una nueva etapa trágica de la historia argentina, que aún no ha concluido. 

4. La caída del gobierno peronista y la dictadura de 1976 en San Juan  

Después del golpe militar del 24 de marzo de 1976, el gobernador Camus y muchos de sus funcionarios fueron encarcelados por el simple hecho de pertenecer a un gobierno constitucional elegido por las mayorías populares. En la cárcel, como manifiesta quien fuera ministro de Gobierno del Prof. Camus, todos los funcionarios y dirigentes privados de su libertad estuvieron "sin proceso, sin causa, a la voluntad exclusiva de sus captores", llegando a situaciones límites "donde los presos pensaban que los iban a matar". 

Una vez -cuenta el Dr. César Gioja-, "al principio, nos llevaron desde la Legislatura (ubicada detrás y debajo de las tribunas del Estadio Abierto del Parque de Mayo, que la dictadura había convertido en cárcel de funcionarios), y en el río hicieron un simulacro de fusilamiento, que yo tomé por cierto". Después fueron todos a parar a la cárcel de Chimbas, donde Camus estuvo encerrado en la enfermería del penal y los demás funcionarios "en riguroso calabozo". 

Además del gobernador Camus -reconocido por su mérito en la salvación de muchas vidas en "los años de plomo"- y del ministro de Gobierno César Gioja, los presos políticos eran dirigentes como José Luis Gioja (diputado provincial), Elías Álvarez (diputado provincial), el Chango Illanes (periodista, docente e historiador), Pepe Villa (dirigente sindical de UPCN), Antonio Damico (dirigente municipal), el Negro Costas, Adolfo Andino y el gringo Camacho (reconocido militante peronista), entre otros. Aunque circulaba en la ilegalidad y clandestinidad de esos años una lista que apuntaba a la detención y eliminación de 120 dirigentes más. 

Durante aquella nefasta dictadura, fueron encarcelados, desaparecidos y ejecutados muchos sanjuaninos y sanjuaninas, como de hecho lo reconoció la Justicia en los Juicios por crímenes de lesa humanidad llevados a cabo en San Juan por la Justicia Federal. Según la información a la que hemos accedido, hubo en San Juan un total aproximado de 130 desaparecidos, aunque se reconoce por parte de las mismas fuentes (2009), que ellos expresan "los datos más generales sobre los desaparecidos, pero en algunos casos aún se posee poca información; no hay noticias ciertas o muy general. Desaparecidos por los represores, fue desaparecida por estos mismos toda la información que pudiese dar cuenta de su destino y de sus restos". En el Bosque de la Memoria de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de San Juan, se encuentran representados todos los secuestrados/as, torturados/as, desaparecidos/as, asesinados/as y mujeres violadas en la dictadura de 1976.  

Cabe consignar que la nefasta gestión de los "procesistas" del 76 le hizo perder a San Juan muchos adelantos, aparte de los ya apuntados. Debemos sumar a ellos: el producto de un crédito del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que el propio gobernador Camus consiguió en Santo Domingo para ampliar y desarrollar, a través de cooperativas, las colonias agrícolas en los departamentos Sarmiento y 25 de Mayo. Estas innovaciones iban a aportar miles de hectáreas a la producción, para cuyo regadío se construyó el canal Magdalena, que los militares del 76 calificaron de inviable, anulando el crédito y perdiendo esa gran oportunidad para el sur y suroeste sanjuanino.  


Del mismo modo, la gestión que derribó al gobierno popular, hizo perder a San Juan el proceso de crecimiento de la fábrica Clancay, que era una cooperativa de productos agrícolas con industrialización de tomate y choclos, dejando a su vez interrupto el plan caprino para incentivar la procreación de cabras.  

No vale la pena, ni siquiera mencionar a los gobernantes de ese proceso, infecundo para la vida y para la historia de San Juan, salvo por la enseñanza que trae analizar sus fundamentos, causas y consecuencias, muchas de las cuales, a pesar de haber corrido tanta tinta y manifestaciones sobre el tema, no han sido del todo histórica y políticamente esclarecidas. Y no se puede llegar a esa verdad sin prestar atención, no tanto al golpe del 76 en sí, sino a las causas políticas, económicas y sociales que primero debilitaron y luego llevaron al derrocamiento del gobierno popular, democrático y constitucional de Isabel Perón.  

Así lo explica Jorge Abelardo Ramos en "La Era del Peronismo", que tiene la virtud de recordarnos cuáles son, eran -y hoy siguen siendo- los verdaderos enemigos del pueblo argentino (que son los grupos económicos y financieros concentrados y no las Fuerzas Armadas como institución, necesaria en la defensa del país, utilizadas entonces como vulgares verdugos), y de considerar la situación de la principal víctima del golpe: el gobierno popular y el pueblo argentino. 

Resulta patente la coincidencia de ese proceso de desgastamiento del gobierno popular y democrático con otros momentos históricos antes y después de 1976, incluso muy cercanos en el tiempo. 

"El gobierno de la presidenta Isabel -señala Ramos- era desgarrado a dentelladas por los buitres del "mercado". Tampoco existía en el gobierno decisión para ejercer el poder y voluntad de imponer a los provocadores sectoriales de la sociedad civil todo el peso extraeconómico del Estado para restablecer el orden. El gobierno de Isabel era una sombra de aquel imponente y severo Estado peronista de 1946 – 1955. Los empresarios nacionales, la oligarquía agraria, los intermediarios y financieros argentinos, actuaban frenéticamente para saquear al país, voltear a un gobierno notoriamente débil y exportar, al mismo tiempo, sus ganancias mal habidas (había depósitos en Estados Unidos de argentinos residentes en Argentina por más de 20 mil millones de dólares)".  

Por su parte, "las libertades públicas o de prensa, de reunión o de asociación habían llegado a un límite patético: estaban al servicio de la contrarrevolución. El gobierno carecía de un solo diario para defenderse. Tampoco contaba con la prensa propia de la CGT. El desafío de las múltiples asociaciones empresarias a los decretos del gobierno nacional (Pacto Social, Convenciones Colectivas de Trabajo o Ley de Nacionalización de las bocas de expendio) eran un hecho cotidiano".  

"Como cabía esperar -concluye Ramos-, ante la ausencia de un poder político centralizado y resuelto, el nivel general de los precios mayoristas subió en un crítico 88,3% en el mes de febrero de 1976 y en un 54% durante el mes de marzo. La actividad económica había escapado a todo control. Nunca las relaciones entre la naturaleza del poder político y la vida económica quedaron al descubierto como en el período 1975 -1976". 

Así llegó el 24 de marzo, sin que nadie pudiera evitarlo, al menos con la misma fuerza y convicción con la que fue derribado el gobierno popular por parte de sus enemigos históricos.  

El pueblo ya había salido de escena por el fuego cruzado de los que, de una u otra manera apoyaban el golpe, eran indiferentes a él o se desentendían de la posibilidad de una nueva derrota popular. 

Los actores secundarios, con un nuevo libreto contrario a los intereses del pueblo y de la Patria, tomaron el centro de la escena. Los nuevos dictadores -solo autores materiales de un crimen mentado por la oligarquía y los intereses extranjeros- venían a terminar, en realidad, con el peronismo, la alta conciencia histórica nacional adquirida por el pueblo argentino hasta ese momento y todo lo que ello significaba para el estado de bienestar de un país que había tenido, apenas poco más de veinte años antes, verdaderos días de gloria.

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