Dos personas mueren durante los reclamos por las elecciones en Venezuela

En un acto de abierta protesta, la cara del presidente Nicolás Maduro impresa en un cartel ardió en llamas en la intersección entre la Avenida José Martí y la Avenida Francisco de Miranda. Un grupo de manifestantes, los primeros en llegar al punto de encuentro pasadas las 16 horas, se reunió alrededor del cartel en un círculo improvisado y coreó: "¡Y va a caer. Y va a caer. Este gobierno va a caer!".

Minutos después, los rugidos de los caños de escape anunciaron la llegada de una incalculable caravana de motorizados. Algunos tenían el rostro cubierto, otros llevaban palos o piedras, mientras predominaban las banderas de Venezuela. Eran hombres y mujeres, jóvenes y adultos, provenientes de zonas de clase media alta y de los barrios populares de Petare y más allá.

No fueron convocados por ninguna organización, sino que llegaron impulsados por la indignación que sienten ante lo que consideran un fraude en las elecciones del domingo, en las que, según el chavismo, Maduro ganó con el 51,2% de los votos. Unidos como el pueblo de Venezuela, los manifestantes no temían a las balas de goma y los gases lacrimógenos de la policía, dispuestos a defender lo que creen es la voluntad popular violada en las urnas.

A unos 200 metros, unos 20 uniformados se acercaron por la Avenida Francisco de Miranda, pero los manifestantes no retrocedieron. Al contrario, avanzaron. "¡A Miraflores!", gritaban algunos, decididos a no detenerse hasta alcanzar las inmediaciones del palacio de gobierno.

"Maduro nos trampeó, nos robó los votos. Fueron unas elecciones fraudulentas. Vamos a ir a Miraflores, al balcón del pueblo, a defender el voto y la libertad", comentó un manifestante enmascarado a LA NACION.

Segundos después, un intenso humo blanco alteró a los presentes. Eran los gases lacrimógenos de la policía, que se propagaban rápidamente entre los manifestantes. "¡Cobardes!", reaccionó la multitud al instante. Una joven vestida completamente de negro, con una bandera de Venezuela colgada al cuello, tosía desesperadamente mientras retrocedía. A su alrededor, algunos buscaban refugio; otros rompían las veredas en busca de proyectiles para responder contra las fuerzas de seguridad.

Finalmente, los manifestantes cedieron, cambiando de rumbo y dirigiéndose en caravana hacia Altamira, una histórica urbanización opositora donde se congregaron violentas protestas en 2017 y 2014. A las 17 horas, miles de personas se unieron en la plaza principal de la localidad para hacer retumbar sus cacerolas junto al sonido de las motos y sus bocinazos, sin presencia policial.

"¡Queremos una Venezuela libre!", exclamó sonriente una mujer arrodillada en una de las tantas motos. Una docena de manifestantes sostenían una gran bandera de Venezuela con una paloma de la paz en el centro. "Aquí no hay futuro para nadie. Ya nos perdimos todo. Pero esto es para que no jodan más. Amarrémonos las bolas y los ovarios, se los pido. Es ahora", arengó un hombre que parecía haber tomado el liderazgo del grupo. Los presentes, atentos a sus palabras, respondieron: "¡Es ahora!", agitando la bandera.

"Somos vecinos de por acá y estamos apoyando a la gente que por primera vez vienen desde los barrios, como Petare, en las motos o caminando. Vamos a salir los días que sean necesarios. Vamos a hacer todo lo posible por una nueva Venezuela", explicaron a LA NACION Iraiza y su marido Gaizka.

Más tarde, en redes sociales circularon imágenes de civiles armados disparando contra manifestantes que se dirigían hacia el Palacio de Miraflores, mientras la policía no intervenía para evitar el ataque.

En la ciudad de Maracay se reportó un muerto durante una manifestación, según un centro de salud citado por la agencia Reuters. En Barquisimeto, en el oeste del país, hubo cuatro heridos, de acuerdo con datos de un hospital local. Alfredo Romero, vocero de la ONG Foro Penal, advirtió sobre otro fallecido en la ciudad de Yaracuy y mencionó que 46 personas fueron detenidas por la policía.