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Miércoles 28 de Agosto, 2024
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Historia de San Juan

San Juan durante las presidencias provincianas (1868 – 1890)

1.  Las gobernaciones de Manuel José Zavalla, José María del Carril, Valentín Videla y Manuel José Gómez Rufino durante la presidencia del sanjuanino Domingo F. Sarmiento (1868 -1874)

Domingo Faustino Sarmiento.

1.  Las gobernaciones de Manuel José Zavalla, José María del Carril, Valentín Videla y Manuel José Gómez Rufino durante la presidencia del sanjuanino Domingo F. Sarmiento (1868 -1874).

Hasta ayer nomás, Sarmiento había secundado a Mitre como funcionario durante la separación de Buenos Aires de la Confederación, se había convertido en auditor del ejército de ocupación a las provincias después de la batalla de Pavón, había llegado al gobierno de San Juan con auspicio de Mitre y se había convertido en director de la guerra contra el Chacho, una vez instalado en la gobernación de San Juan. Ahora -paradojas de la vida política argentina y de las grandes contradicciones del sanjuanino-, en esta nueva etapa, distinta e incluso contrapuesta a la anterior, comenzaba su presidencia convertido en adversario político de Bartolomé Mitre y bajo un signo decididamente nacional tanto por los apoyos recibidos como por los intereses que enfrentaba.

Su presidencia comenzaba cuando la impopular y fratricida guerra contra el Paraguay –la más sangrienta de América del Sur- llevaba ya tres años. San Juan había contribuido también a ella con la sangre de sus hijos (entre ellos, la de Dominguito, el único hijo del presidente). A raíz de la muerte de Dominguito, el ex director de la guerra contra el Chacho y las provincias y padre del infortunado joven había llegado a la conclusión de que las "enfermedades que diezman la familia" argentina en la que "el degüello" era ya "endémico", era preciso "resolverse a desafiarle o abandonar el país". Ese parecía ser ahora el pensamiento de Sarmiento, cuando aún quedaban muchas enfermedades que curar, muchas de ellas ocasionadas por sus ideas de 1845 y de sus aliados porteños, en su injustificable época de "porteño en las provincias" que prácticamente incluía desde su juventud (cuando se declarara unitario) hasta la misma gobernación de San Juan. 

La nueva alianza, contra aquellos viejos y permanentes poderes que representaba Mitre, y que había representado antes Rivadavia, llevaba implícita, sino a flor de piel, la finalidad de superar el porteñismo reinante e incorporar a la política nacional las realidades provinciales, negadas y/o avasalladas desde 1810 en adelante y, sobre todo, en los últimos seis años después de Pavón durante la presidencia de Mitre. 

En San Juan, primando tal vez un criterio localista, Sarmiento había contado con la adhesión "unánime" para llegar a la Presidencia, tanto del Partido Liberal hegemónico, a cargo hasta entonces del gobierno local, como de aquellos que habían criticado su gestión como gobernador de San Juan. Esa unanimidad no duraría demasiado y la senaduría vacante que había dejado el ahora presidente "exasperó los espíritus, produciendo una de las luchas políticas más ardientes, al tiempo que más desenfrenada" a nivel local, como reconoce uno de sus biógrafos. 

Ya en conflicto abierto con el mitrismo por la candidatura del senador por San Juan, y fiel a su temperamento, Sarmiento apoyó a su antiguo ministro, Valentín Videla, contra el candidato del gobernador Manuel José Zavalla, que apoyaba al ministro del Interior de Mitre, Guillermo Rawson, ahora también enemistado con Sarmiento. Ese fue el origen de la nueva "cuestión San Juan", que ocuparía el primer tramo de la gestión del primero de los presidentes provincianos después de Pavón.    

La "cuestión San Juan"

La puja entre "zaballistas" (mitristas) y "videlistas" (sarmientistas) adquiere en la Legislatura local alternativas dramáticas. Cada grupo –como consignan los historiadores Peñaloza y Arias- contaba con igual número de votos, de tal manera que no podían imponer el candidato de su predilección. Ante una maniobra legal para conseguir "quórum" y a la vez sus propósitos de parte del sector "videlista", los "zavallistas" requirieron la intervención del Poder Ejecutivo provincial, que por decreto desconoció a los "videlistas" (sarmientistas). Los perjudicados buscaron el apoyo del poder central, pidiendo la intervención a la provincia. Sarmiento la envió. A través de un decreto del 4 de marzo de 1869 declaró en sedición a San Juan, enviando a Luis Vélez como Comisionado del gobierno nacional. Después de iniciar juicio político contra Zavalla, la Legislatura local nombró gobernador provisional a don Ruperto Godoy.

Zavalla no se dio por vencido y apeló al Congreso Nacional, motivando un debate que haría época. La voz de Bartolomé Mitre representó a la oposición, mientras que Vélez Sarsfield, Varela y Nicolás Avellaneda defendieron la postura del Ejecutivo Nacional. Después de conocer la defensa de Avellaneda, por la que el tucumano obtuvo uno de sus mayores triunfos oratorios -como que era un gran orador-, Sarmiento comenzó a concebir la candidatura de su ministro de Educación para la sucesión presidencial. En la votación para dirimir la "cuestión San Juan", el oficialismo obtuvo una difícil pero importante victoria por solo tres votos, salvando la investidura presidencial. 

José María del Carril.

José María del Carril -interinato de Ruperto Godoy mediante- sucedió a Zavalla en la gobernación desde el 1 de agosto de 1869, segundo año calendario de la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento (1868 – 1874). Durante la administración de José María Del Carril se dictaron leyes sobre redención de capillanías, extinción de conventos y provisión de curas párrocos. Demostrando que algo de la renta portuaria comenzaba a llegar a las provincias bajo la presidencia de un provinciano, la ciudad se vio hermoseada con un elegante Palacio de Justicia, la conclusión del templo de San Agustín, la casa de Baños y la construcción de varias obras públicas de ornato. 

Fue justamente en ese momento, al recibir el apoyo explícito de Urquiza, que Sarmiento pudo exclamar tranquilo: "Ahora sí me siento presidente". Hasta el diario La Nación (con ese nuevo nombre bajo la dirección de Mitre), cambia de estrategia y ya no ataca a Sarmiento, aunque el pueblo de Buenos Aires le sigue siendo hostil, dado que "la obra que va realizando Sarmiento beneficia más a las provincias que a Buenos Aires". La obra pública y la acción del gobierno nacional no se detiene: caminos, puentes, varias líneas telegráficas, colonias agrícolas, compra de libros, instalación de oficinas de correos, subvenciones, útiles y becas en colegios y escuelas, bibliotecas populares y cursos nocturnos en todo el territorio nacional. 

Durante 1870, por iniciativa de Santiago Lloveras, Pedro Vicente Caraffa y Juan Fowcand, comienza a funcionar en San Juan la primera institución de crédito bajo el nombre de Banco de Cuyo.El historiador Nicanor Larraín, contemporáneo a la época, ha criticado la gestión financiera del gobierno de José María del Carril, que pudo hacer más con los fondos públicos, "cuya mayor parte fue empleada inútilmente", consumiéndose grandes capitales "sin más resultados que aumentar la enorme suma invertida que ya pesaba sobre la provincia". Lo que queda claro es que un gobierno provincial sin fondos nacionales (como fue el de Sarmiento durante la presidencia de Mitre y también el de Camilo Rojo) es una cosa, y otra un gobierno provincial apoyado desde la Nación y consustanciado con un proyecto nacional, por embrionario y básico que éste sea.

José María del Carril renunció el 16 de mayo de 1871 para poder ocupar una banca en el Congreso Nacional. La Legislatura ungió gobernador a Valentín Videla, nervio y motor del naciente Club del Pueblo y hombre intransigente con la oposición liberal mitrista (representada por el Club Unión), cuyo jefe indiscutible era el desplazado Manuel José Zavalla. Fue la disciplina y habilidad demostrada en la lucha partidaria, dicen Peñaloza y Arias, lo que le permitió al Club del Pueblo –heredero del partido federal-, mantenerse en el gobierno durante casi toda la presidencia de Sarmiento. 

El gobierno de Valentín Videla (1871 – 1872)

Hombre de gran empuje, dicen sus biógrafos, imprimió al gobierno un ritmo febril. En menos de dos años, durante su gestión se dictaron leyes sobre establecimientos de bancos de depósitos; condonación de la deuda de Contribución Directa anterior a 1869; ley de imprenta; introducción de máquinas de labranza; plantación de cepas de uva para viñas y parrales, manzanos, moras, acacias, plantaciones, todas ellas premiadas con dinero; se fijó el valor del "peso boliviano" (muy utilizado en las transacciones comerciales) con relación a la moneda de curso legal.

En cuanto a la amplia política de fomento, el gobierno de Valentín Videla apoyó los estudios camineros, como el de la ruta San Juan – San Luis y la ruta San Juan – Jáchal, e invirtió buena cantidad de dinero en acciones de la primera asociación de agricultura que tuvo la provincia, elevándose a su vez el presupuesto de educación.

Entre las disputas siempre renovadas de "videlistas" (sarmientistas) y "zavallistas" (mitrista), al ser azotada Buenos Aires por la fiebre amarilla durante la presidencia de su comprovinciano, en solidaridad con el dolor de esos argentinos, el gobernador sanjuanino se dio tiempo para volcarse solidariamente en auxilio de la Comisión de Salubridad de Buenos Aires. La provincia tampoco fue indiferente a la inauguración de la Primera Exposición Nacional de Córdoba de 1871, exhibiendo allí, además de sus vinos, una obra descriptiva sobre San Juan, de Rafael S. Igarzábal, que a través de estadísticas mostraba el desarrollo alcanzado por la provincia, acompañado al mismo tiempo por un estudio geográfico. 

Cuando nada lo hacía suponer, el gobernador Valentín Videla fue asesinado -repetida tragedia en nuestra vida política- a dos cuadras de la plaza principal en la madrugada del 13 de diciembre de 1872. La muerte imprevista de Videla desencadenó una doble puja política: por la Gobernación y por la jefatura del Club del Pueblo. La legislatura designó sin demora como gobernador interino a Benjamín Bates, debiendo llamarse a elección de electores para cubrir en forma definitiva la vacante. Convocado el pueblo a elecciones, el 21 de enero de 1873 se produjo una revolución encabezada por el teniente coronel Agustín Gómez, integrante del Club del Pueblo, quien pronto sería su líder.

En el tire y afloje entre Gómez y Bates, y entre los sublevados que fracasaron en su intento de elegir gobernador interino, fue elegido gobernador en la emergencia Faustino Espínola, "hasta tanto se normalizara la situación". San Juan fue nuevamente intervenidapor el presidente Sarmiento, encargando la difícil tarea esta vez a su ministro del Interior, Uladislao Frías, que se constituyó como presidente de la Comisión Interventora. Luego de estudiar la situación, el 5 de mayo de 1873, inesperadamente, la comisión interventora repuso a Benjamín Bates como gobernador, para que, cumpliendo con la Constitución, lograra la normalización permanente de la provincia. 

El 18 de mayo, ante el asombro de los miembros del Club del Pueblo, ocupó legalmente el gobierno como titular, Manuel José Gómez Rufino, antiguo liberal y militante del mitrismo. En medio de ese dilema político, comenzaba la lucha por la sucesión del sanjuanino. Con semejante contradicciones políticas a nivel local, reflejo del siempre contradictorio Sarmiento, llegaba a su fin la presidencia del sanjuanino, que se inclinó por otro provinciano para sucederle.     

2. Las gobernaciones de Hermógenes Ruiz, Rosauro Doncel, Agustín Gómez y Manuel María Moreno durante la presidencia del tucumano Nicolás Avellaneda (1874 -1880)

En febrero de 1874, se realizaron elecciones nacionales para renovar la mitad de la Cámara de Diputados de la Nación. Los partidarios del Dr. Nicolás Avellaneda triunfaron en nueve provincias, los de Alsina (que también se presentaba como candidato presidencial) en dos, y los de Mitre, tal como estaban las cosas, en Buenos Aires, Santiago del Estero y San Juan (dada la situación política en la que quedó la provincia). 

Fue entonces que el Dr. Adolfo Alsina declinó su postulación a la presidencia y, una vez más, inclinó su apoyo a favor del candidato provinciano. Así nació el Partido Autonomista Nacional. En la elección presidencial del 12 de abril de 1874, la fórmula Avellaneda – Costa triunfó sobre la de Mitre – Torrent, resultado electoral que el mitrismo desconoció y que lo lanzó a la sedición. La "revolución" de la oligarquía porteña estalló en el paradigmático mes de septiembre del mismo año, un mes antes de la fecha de asunción del nuevo presidente provinciano.

En Cuyo, el general Arredondo -uno de los famosos "jefes orientales" (uruguayos) de Mitre-, se pronunció a favor del porteño, consiguiendo convulsionar a San Luis después de asesinar al general Ivanosky. Acto seguido marchó sobre Mendoza, derribó al gobernador Francisco Civit y designó a Eliseo W. Marenco como mandatario mendocino. San Juan sufrió la misma suerte sustitutiva (a pesar de la afinidad política del gobierno de ese momento con los subversivos) y Arredondo impuso al sargento Sandalio Echegaray como gobernador.

Derrotadas las fuerzas mitristas en La Verde, solo quedaban en pie las fuerzas cuyanas de Arredondo. El encargado de terminar con la sedición en Cuyo fue el coronel Julio Argentino Roca, que ya se perfilaba como líder de ese nuevo ejército nacional que había vuelto nacionalizado del Paraguay y que el 7 de diciembre de 1874 derrotó a Arredondo en Santa Rosa, provincia de Mendoza, y desbarató los planes mitristas, acción que la oligarquía porteña nunca le perdonaría al tucumano en vida ni en la versión confusa de la "Historia Oficial".

Despejado el camino de la creciente recuperación provinciana, al día siguiente de asumir el mando de San Juan, el Dr. Hermógenes Ruiz –hijo del ex mandatario quiroguiano Valentín Ruiz-, derogó los decretos expedidos por el gobernador sedicioso impuesto por Arredondo. Días después, en acto de desagravio, Ruiz agasajó al triunfador de Santa Rosa, cuyo mérito lo había convertido en general.

La "Liga de Gobernadores" surgió en aquellas circunstancias de la lucha entre las provincias y "Buenos Aires", cuando los mandatarios provinciales de "la nueva situación" aceptaron la mano tendida del tucumano Avellaneda en señal de conciliación. A esa conjunción de intereses nacionales -que más tarde confluirían en una sola y fuerte jefatura nacional-, los que habían estado acostumbrados a gobernar sin las provincias y contra ellas, en forma unitaria y autoritaria, le llamarían despectivamente "el Unicato". Del mismo modo calificarían de autoritarios, ya en el siglo XX, a los movimientos nacionales en el gobierno, justamente por defender los intereses populares y de la Nación.

Comenzaba el tiempo de un creciente progreso nacional que, antes de que terminara la presidencia de Avellaneda -no sin lucha y nuevas batallas-, federalizaba Buenos Aires, convirtiéndola en capital de todos los argentinos. Quedaba así despejada la vía hacia el tercer presidente provinciano después de Pavón, que crearía el Estado Moderno argentino a partir de 1880.

La gobernación de Rosauro Doncel (1875 – 1878)

El 12 de mayo de 1875 asumió el gobierno de San Juan Rosauro Doncel, hombre del Club del Pueblo. Enfrentado al Club Unión -de cuño mitrista-, el Club del Pueblo había recuperado la dirección política de la provincia después de la batalla de Santa Rosa, tal su sentido político nacional. Esa situación se vio reflejada también en las elecciones de diputados nacionales de 1876 cuando dos de los miembros más representativos del Club del Pueblo –Hermógenes Ruiz y Agustín Gómez- triunfaron en esos comicios.

Rosauro Doncel.

La vitalidad y vigencia política del Club del Pueblo se vio intensificada con la conformación de la agrupación interna "Los Regeneradores", encabezada por dos figuras que luego serían también gobernadores de San Juan: Anacleto Gil y Carlos Doncel, acompañados por Juan Manuel de la Precilla y Adán Zavalla, entre otros. El objetivo de la agrupación avalaba el progresismo liberal y nacional de sus integrantes (desde la propia Revolución de Mayo había dos liberalismos: uno nacional y otro antinacional y extranjerizante). La declaración de principios y programa de los regeneradores resultó un antecedente importante del radicalismo yrigoyenista en la lucha por "la pureza del sufragio, el reemplazo de los valores políticos gastados, que habían estancado el progreso institucional en la provincia, y la consiguiente abolición de prácticas políticas viciosas" a las que la tenía acostumbrada el liberalismo rivadaviano y mitrista, antes y después de Pavón, liberalismo que pareciera tener licencia para tergiversar (entender al revés) la historia y seguir tergiversando la realidad cotidiana en nuestros días a través de los medios de comunicación y difusión masiva e informática.  

Los Regeneradores obtuvieron un importante triunfo electoral en los comicios provinciales de enero de 1877, que renovaba en forma parcial la Legislatura, y lograron ocupar un ministerio en el gabinete de Rosauro Doncel con el Dr. Juan Manuel de la Precilla.

Sin embargo, la paz sanjuanina se vería manchada por una nueva sublevación mitrista, esta vez local, que tomó preso al gobernador Rosauro Doncel y procedió a nombrar gobernador provisorio a Cirilo Sarmiento, ex colaborador de Doncel. Interpelado, Cirilo Sarmiento declaró que solo había aceptado el cargo para "salvar al gobernador constitucional derrocado por una revolución de cuartel". Rosauro Doncel fue rápidamente restaurado en su cargo después de recibir el apoyo expreso a su favor del presidente Avellaneda.

A pesar de hechos como el mencionado, la gestión de Rosauro Doncel -1875 – 1878- logró gestar la reforma de la Constitución de 1856, dando lugar a una nueva norma general que fue conocida como "la Constitución del ’78". 

Fiel al ideario liberal, progresista, nacional y democrático de sus autores, la Constitución de 1878 introdujo reformas como el voto secreto y obligatorio (aunque todavía no "universal") y el sufragio femenino en las elecciones municipales; creó el sistema legislativo bicameral, que no existía hasta entonces, con elección directa; estableció la elección directa de Gobernador, acompañado de un Vice, figura que tampoco existía, con mandatos de tres años, aunque no podían ser reelectos por intervalo de un período de gobierno ni podían ser elegidos senadores nacionales hasta dos años después de haber cesado en sus funciones; a su vez dividía a la provincia en distritos territoriales y cada uno de ellos constituía un municipio. La Constitución del ’78 fue promulgada el 8 de agosto de ese año por el nuevo gobernador elegido que sucedió a Rosauro Doncel.

La gobernación de Agustín Gómez (1878 – 1880)

Si bien estaba en curso la política de "conciliación" de Avellaneda, tampoco se podía mezclar el agua con el aceite, y hubo dos propuestas antagónicas para elegir al nuevo gobernador. Por el lado del mitrismo, el Comité formado al efecto, presidido por Camilo Rojo, postuló a Domingo Faustino Sarmiento para gobernador (al parecer, todavía lo reputaban potable para la gobernación), aunque Sarmiento declinó el ofrecimiento, mostrándose poco optimista –más bien incrédulo- de los frutos de la "conciliación". Por su parte, el Club del Pueblo levantó la candidatura a gobernador del diputado nacional Agustín Gómez. Los regeneradores no tuvieron éxito apoyando para el cargo a Hermógenes Ruiz. 

El 12 de mayo de 1878, Rosauro Doncel, el primer gobernador después de Benavides que completaba su mandato (lo que no era poco decir y hablaba de la restauración política que se venía operando), entregó la banda gubernamental al coronel de Caballería y también caudillo del Partido Autonomista Nacional en San Juan, coronel Agustín Gómez. 

Gómez designó ministro de Gobierno e Instrucción Pública a Manuel María Moreno y como ministro de Hacienda y Fomento al Dr. Ángel D. Rojas. El 22 de agosto, el nuevo gobernador promulgó la nueva Constitución, procediéndose a la elección del vicegobernador, como la norma prescribía, siendo elegido para el cargo Manuel María Moreno. 

Dueño de la situación provincial y de la de su partido, Agustín Gómez impuso los candidatos a ocupar las vacantes de diputados nacionales dejadas por él y para el nuevo período, siendo elegidos Juan Serú y Carlos Sarmiento, con lo que a la vez le asestó un golpe maestro a los regeneradores, el ala alternativa del Club del Pueblo.

Gómez fue uno de los primeros gobernadores en sostener la candidatura del general Julio Argentino Roca a presidente de la República por el Partido Autonomista Nacional. El 1 de septiembre de 1878, Miguel Juárez Célman le informaba a Roca que Antonio Del Viso, gobernador de Córdoba, había recibido cartas de los mandatarios de San Juan y de Entre Ríos para formar una Liga de Gobernadores con vista a las próximas elecciones presidenciales.

La llamada "Liga de Gobernadores" que se incubó en los inicios del Partido Autonomista Nacional, comenzaba a funcionar con Agustín Gómez como una de las figuras más representativas de la provincia. Incluso, reformado el artículo 72 de la nueva Constitución provincial, Gómez pudo ser elegido Senador Nacional, renunciando a la gobernación el 11 de abril de 1880, varios meses antes de que Roca ocupara la primera magistratura.

Santos Guayama

Tal vez, una de las manchas imborrables del gobierno de Agustín Gómez -–solo comprensible por el cambio de época, más nunca justificable por tratarse de "un buen amigo" de los necesitados- fue el apresamiento y posterior fusilamiento (4/02/79) de Santos Guayama –"el gaucho lagunero" nacido en Guanacache-, luchador rural que había apoyado a Gómez en las elecciones para gobernador de 1878 a pedido del propio candidato. 

Santos Guayama era un sobreviviente de la Argentina criolla posterior a Pavón y anterior a la creación del Estado Nacional en 1880, a cuya cabeza el presidente Sarmiento había puesto precio en la década del 70. Había luchado junto al Chacho Peñaloza y Felipe Varela contra los "procónsules" porteños del mitrismo y participado con su gente en la "revolución de los Colorados" (lo que descarta toda asociación de Guayama con Mitre). 

El cura José Gabriel Brochero (hoy Santo de la Iglesia Católica), que lo consideraba uno de "sus cuatro grandes amigos", lloró amargamente la muerte de quien solía manifestar: "Pero amigo, yo nunca maté a nadie… cuando veo que la gente no tiene pa’ comer y los que pueden dar son mezquinos y comen ellos solos… yo le quito eso pa’ darle a los necesitaos… Yo no asalto ni mato a nadie pa’ juntar y engañar a mi gente. Ellos me siguen porque no tienen trabajo y yo les doy de comer… Y si me siguen… mejor".   

En el verano de 1879, Santos Guayama fue apresado y, acusado de encabezar un motín, fue fusilado el 4 de febrero de ese año. Su amigo Brochero diría de él: "Se dice que era muy malo, pero para mí era un manso cordero y muy buen amigo". A Brochero lo había sorprendido "por su cultura, su corrección y su elegancia en el vestir, que no había sospechado". No se trataba de un "gaucho malo" sino de una época que ya no incluía al gaucho, aunque, de algún modo, recogería sus luchas cual legado.

Así las cosas, en las elecciones presidenciales de abril de 1880 triunfó la fórmula integrada por Julio A. Roca y Francisco B. Madero, que se impuso a la fórmula mitrista de Carlos Tejedor y Saturnino M. Laspiur, solo ganadores en Buenos Aires y Corrientes. 

Nuevamente el resultado de las elecciones nacionales generó la sublevación oligárquica, antidemocrática, anti provinciana y antinacional del mitrismo, que tras la federalización de Buenos Aires en los últimos meses de la gestión de Avellaneda levantó la bandera de la autonomía porteña. Al ser vencido Tejedor en Puente Alsina, Barracas y Plaza Miserere por las tropas nacionales al mando del general Roca, la capitalización de Buenos Aires fue un hecho, y el tucumano, apoyado por la Liga de Gobernadores provinciales fue presidente.

3. Las gobernaciones de Anacleto Gil y Carlos Doncel durante la presidencia del tucumano Julio A. Roca (1880 – 1886)

El 12 de mayo (fecha que se repite hasta ser histórica), pero esta vez de 1881, Manuel María Moreno terminaba el período gubernativo que tres años antes había inaugurado Agustín Gómez. Hacía varios meses ya, desde el 12 de octubre de 1880, que gobernaba la República el tucumano Julio Argentino Roca. Dos candidatos habían surgido desde el seno del Club del Pueblo -"el partido situacionista"- para la gobernación de San Juan: Anacleto Gil y José Pedro Cortínez.

Manuel María Moreno.

Agustín Gómez, jefe del partido gobernante, se declaró neutral y manifestó que apoyaría la candidatura que mayor concurso reuniera dentro del partido. La Convención partidaria falló a favor del Dr. Anacleto Gil, quien resultó electo gobernador el 2 de enero de 1881. Completaba la fórmula gubernamental Luis A. Sarmiento. Su gabinete estuvo integrado por Federico Moreno en Gobierno e Instrucción Pública, y por el Dr. Carlos Doncel en Hacienda y Obras Públicas. 

La gobernación del Dr. Anacleto Gil (1881 – 1884)

Fue el Dr. Anacleto Gil quien inauguró la costumbre de las visitas a Buenos Aires de los gobernadores electos con la finalidad de conversar personalmente con los funcionarios nacionales, haciendo realidad el principio "si la montaña no viene a mí, yo voy a la montaña".

Durante la gestión progresista de Anacleto Gil, se creó la Dirección General de Rentas de la provincia, dependiendo de ellas las receptorías de Jáchal, Valle Fértil y Calingasta. La ciudad capital se vio beneficiada con la distribución del agua corriente. El moderno palacio de gobierno y la Plaza 25 de Mayo remodelada "marcaron las pretensiones de la gran aldea en crecimiento, que reclamó dos nuevas plazas: Laprida y Aberastain".

De acuerdo a las necesidades del oasis sanjuanino, se reglamentó el riego, se crearon las Juntas de Irrigación en los departamentos (juntas municipales), se construyeron los desagües generales de Albardón, Angaco y Caucete, y comenzó la explotación del agua subterránea por parte de particulares.

La ley sobre Régimen Municipal resultó una de las más avanzadas del país. Ejercían el gobierno comunal el Intendente y un Concejo Deliberativo surgidos del voto secreto con escrutinio público. Por ley del 26 de diciembre de 1881 se sancionó la creación del departamento 25 de Mayo, al noreste de la provincia, fundándose casi al mismo tiempo su cabecera, Villa Santa Rosa, como así también Villa Aberastain, cabecera del departamento Pocito. La primera institución de asistencia social en San Juan fue el "Monte de piedad", que sobrevivió hasta la década del 60 del siglo XX como casa de préstamos. Se creó también en este período la Oficina Provincial de Estadística, que al poco tiempo comenzó a publicar el Anuario Estadístico.

Un hecho importante que muestra la diferencia entre el liberalismo rivadaviano y mitrista y el liberalismo democrático nacional del Club del Pueblo y del Partido Autonomista Nacional, como que el primero tenía sus raíces en la ciudad cosmopolita y mercenaria y el segundo en las provincias argentinas empobrecidas por aquel liberalismo extranjerizante, exclusivista y excluyente, fue la derogación de la famosa y tristemente célebre ordenanza sobre Papeletas de Jornalero, que regía desde 1872 ("certificado obligatorio de empleo y en la práctica instrumento de servidumbre"), cuyo antecedente era la disposición de 1824 del gobernador rivadaviano Del Carril, basada en la Ley de Vagos de 1815 en épocas del Directorio. Ello también demuestra la continuidad histórica entre el federalismo provinciano y el roqui-juarismo de la generación provinciana del ’80, cuya política liberal-nacional -no liberal porteña y extranjerizante- llegaba al Interior.

En 1882, dadas las campañas nacionales de alfabetización, San Juan obtuvo el primer premio por la difusión de la instrucción primaria. Siguiendo esa línea progresista, la provincia contó desde entonces con Registro Civil de las Personas, que si bien suscitó en principio controversias y movimientos de opinión en contra en términos doctrinarios, aparte de los inconvenientes administrativos que trajo aparejada la transformación del registro de nacimientos, casamientos y defunciones de las personas, hasta aquel momento a cargo de la autoridad religiosa. No obstante, como contrapartida, contó con la aceptación respetuosa hacia la autoridad y la ley civil por parte del venerable Fray José Wenceslao Achával, cuarto Obispo de Cuyo desde la primera prelatura cuyana de Fray Justo Santa María de Oro.

El 27 de marzo de 1883, el presidente de la Nación reglamentó las condiciones de ingreso a la Escuela Nacional de Ingenieros de San Juan, que había comenzado a funcionar en 1877, durante la presidencia de Nicolás Avellaneda y la gobernación de otro representante del Club del Pueblo, Rosauro Doncel.

Asimismo, este periodo de gobierno formó parte del comienzo de las exportaciones de vino a mayor escala, que no había sido posible concretar antes por la pequeña dimensión de las bodegas y la falta suficiente de capitales. A partir de esta realidad, la industria vitivinícola quedó conformada como tal, aun antes de la llegada del tren a San Juan (1885). Lógicamente, el ferrocarril le dio el empujón para convertirla en una gran industria nacional, entre pocas, y la única en San Juan, expresión de su estructura mono productiva con la que convivió prácticamente hasta comienzos del siglo XXI.  

El gobierno de Carlos Doncel (1884 – 1887) 

Carlos Doncel formaba parte de los "regeneradores" del Club del Pueblo, que en su conjunto respondía al Partido Autonomista Nacional. Su gobierno comenzó un año antes de terminar la primera presidencia del tucumano Julio A. Roca y concluyó durante el primer año de la presidencia del cordobés Miguel Juárez Celman (1886 – 1890). 

Cabe no obstante señalar que, entre tanto ajetreo político, había corrido mucha agua debajo del puente: en 1882, el senador Agustín Gómez se había distanciado del presidente Roca y Anacleto Gil se había alineado de alguna manera con Gómez y los adversarios políticos de Roca en la provincia de Buenos Aires (Dardo Rocha), llamando la atención del poder central. Por su parte, en San Juan, el mitrismo, unido a los grupos contrarios a Gómez, participó en las luchas por la renovación de ambas cámaras provinciales, pero fue vencido por el oficialismo local. Llegado el momento de la renovación gubernamental, el partido gobernante postuló al Dr. Carlos Doncel, que aparte de ser del Club del Pueblo, no formaba parte del grupo anti roquista sanjuanino. Al postularlo se buscó apaciguar las aguas. Gómez participó de la campaña local acompañando a sus amigos en la campaña por la gobernación. 

Celebradas las elecciones para gobernador en los primeros días de 1884, triunfante el partido gobernante en San Juan, los candidatos fueron proclamados por la Asamblea Legislativa, como así también, en días sucesivos, los nuevos diputados provinciales y algunos días después los representantes de San Juan al Congreso Nacional. La oposición, derrotada, se abstuvo de participar en esos actos y en respuesta constituyó un comité revolucionario. La noche del 6 de febrero de 1884 estalló la "revolución". En un atentado mientras cenaban en la casa de Vicente Mallea, vicegobernador electo, Agustín Gómez cayó muerto por un disparo de remington desde afuera de la casa; Gil quedó gravemente herido. Mas, fracasados en su intento de voltear al gobierno, los amotinados huyeron hacia Caucete. La provincia, sin embargo, no fue intervenida. 

Pocos días después, el 17 de febrero se daban cita en el Teatro Nacional de Buenos Aires opositores notables al gobierno del general Roca: en encendidas arengas, Leandro N. Alem, Tristán Achával Rodríguez y Aristóbulo del Valle fustigaron al "régimen" y condenaron el asesinato político. En mayo de ese año, recién llegado de Chile a San Juan, Domingo F. Sarmiento fue nombrado padrino de la nueva Casa de Gobierno provincial, aunque aprovechó la oportunidad de un acto en la que estaban presentes tanto el gobernador saliente como el entrante para fustigar también a Roca y su gobierno y darle alas a la "autonomía" provincial.

En otro 12 de mayo, esta vez de 1884, el Dr. Carlos Doncel inició su gestión como gobernador, nombrando a Segundino Navarro y Cirilo Sarmiento como sus ministros principales, consiguiendo mantener al gobierno al margen de las rencillas políticas locales y nacionales. Durante 1884 se reorganizó la Quinta Normal, creada por Sarmiento pero que no había prosperado a pesar de responder a una exigencia socio-económica de la provincia. Un decreto del 8 de julio de aquel año la revivió, transformándola en Quinta Agronómica Modelo. 

En 1885, aparte de la sucesión presidencial que comenzaba a agitar los ánimos, el tema excluyente fue la llegada del ferrocarril a San Juan, con la visita del presidente Roca y el futuro presidente Juárez Celman y una gran comitiva. Si bien las vías férreas afianzarían el sistema primario agroexportador en el país, acrecentarían exponencialmente el comercio y las posibilidades de San Juan y de su única gran industria, lo que se conocería a partir de entonces como el "boom" vitivinícola.

Pero a pesar del adelanto que significó para la industria vitivinícola y la consolidación del modelo agroexportador de la Argentina, "el avance del ferrocarril -como manifiesta Jorge Abelardo Ramos y lo han señalado pensadores nacionales como Raúl Scalabrini Ortiz- destruía al mismo tiempo, no solo las primitivas manufacturas locales, dejando sin profesión al artesanado, sino que también aplastaba ese vasto sistema de comunicación apoyado en la carreta, abandonando a la desocupación y a la vagancia a miles de hombres que habían sustentado un sistema moribundo". Era el precio que pagaba la Argentina Criolla para transformarse en la Argentina Moderna. 

Ese proceso, cabe aclararlo, muy a pesar de la generación provinciana y nacional del ’80 que puso todo su empeño y creatividad en la modernización del país, como había sucedido con la misma revolución de mayo en 1810 y con la organización federal del país en 1853, sería finalmente usufructuado y hegemonizado por la oligarquía ganadera (sobre todo después de Pavón), imponiendo su modelo primario de país agropecuario ligado a los negocios y al comercio con el imperialismo naciente, que llegaría al paroxismo durante el Centenario de 1910.  

Pues bien, planteada la disputa por la presidencia al concluir el primer gobierno del general Roca, el gobernador Doncel fue uno de los primeros en inclinarse por el candidato provinciano: el cordobés Miguel Juárez Celman, concuñado del jefe del Estado Nacional y quien le había dado vida a la poderosa "Liga de Gobernadores". De hecho, era su creador y líder, lo que le acarrearía en algún momento su distanciamiento con Roca.

Téngase presente que, fuera de la renuncia del ministro Segundino Navarro (mitrista), las simpatías tanto en Mendoza como en San Juan por el candidato cordobés se hicieron evidentes. El 10 de noviembre de 1885 se proclamó la fórmula Miguel Juárez Celman – Carlos Pellegrini en el Teatro Colón de Buenos Aires.  

La oposición perdió las elecciones para diputados nacionales de febrero de 1886, una de cuyas candidaturas le había sido ofrecida a Sarmiento, otra vez en el bando mitrista. Juárez Celman fue presidente tras las elecciones respectivas, y Carlos Doncel pudo terminar en paz su gobierno el 12 de mayo de 1887 -ya en plena presidencia del Dr. Juárez Celman-, sin que el orden público se alterara. 

4. Las gobernaciones de Federico Moreno, Manuel José García y Alejandro Albarracín durante la presidencia del cordobés Miguel Juárez Celman (1896 – 1890)

El sucesor de Carlos Doncel fue Federico Moreno, quien gobernó la provincia hasta el 16 de octubre de 1888, fecha en la que falleció. 

Al gobierno de Federico Moreno corresponde la creación del Banco Provincial de San Juan por medio de la ley que tiene fecha 1º de septiembre de 1888, ley que dio lugar al primer empréstito externo negociado por la provincia y colocado en Londres y Bruselas. Por decreto 17.420, firmado por el presidente Juárez y N. Pacheco, la naciente institución se incorporó a la ley de Bancos Nacionales Garantidos con todos los derechos y obligaciones bancarias. En esta década abrieron sus puertas en la provincia, además, el Banco Agrícola y el Banco Popular, de capitales locales, y las sucursales del Banco Nacional y del Banco Hipotecario Nacional. Es a esta misma década que pertenece el gran desarrollo vitivinícola de San Juan.

Completó el período correspondiente su vicegobernador, don Manuel José García, que junto al gobernador fallecido militaban en el juarismo y participaban, junto al presidente, de la Liga de Gobernadores. 

El 5 de enero de 1890 se realizaron las elecciones para gobernador y vice, al tiempo que el país comenzaba a prepararse para la sucesión presidencial, en la que volvía a ser candidato oficial otro cordobés: Ramón Cárcano.

La lucha electoral en la provincia para la sucesión de Manuel García se dio entre las fórmulas del general Enrique Godoy – y el coronel Carlos Sarmiento, y la de Alejandro Albarracín – José María Flores, pertenecientes ambas listas al Club del Pueblo, que desde su creación prácticamente había gobernado San Juan con la oposición del Club Unión (mitrista). Como ambas candidaturas pertenecían al mismo partido, se llegó a un acuerdo con el auspicio del senador nacional por San Juan Anacleto Gil y la anuencia del presidente Juárez Celman: Enrique Godoy sería candidato a diputado nacional y el presidente elegiría los candidatos a gobernador de la lista elevada por el Club del Pueblo sanjuanino. 

Manuel José Gómez Rufino.

Para la oposición mitrista se trataba de "politiquería", sin reparar siquiera que el mitrismo y la recientemente creada Unión Cívica se dedicaban a conspirar al mismo tiempo para derribar al gobierno legítimo que respondía a las provincias. 

Finalmente, antes de concluir su mandato Manuel José García, en los comicios del 5 de enero de 1890, resultó consagrada la fórmula Albarracín – Flores seis meses antes de la Revolución del Parque, "típica revolución porteña" contra el presidente provinciano.

José Manuel García gobernó hasta el 12 de mayo de 1890, año éste en que otra "revolución" mitrista lo obligó a renunciar al cordobés Miguel Juárez Celman, último presidente provinciano de la etapa que hemos expuesto, debiendo sucederle el vicepresidente Carlos Pellegrini hasta concluir el mandato legal. 

En San Juan, estando ya en funciones los nuevos gobernantes elegidos, ante la renuncia de Juárez Celman los últimos días de julio, el Dr. Alejandro Albarracín renunció también a la gobernación de San Juan, pero el Poder Legislativo local no aceptó su renuncia, declarando que no había motivo para que lo hiciera, ya que todo parecía seguir su curso institucional. 

En cuanto a la "Revolución de 1890", aunque este libro se trate solo de un compendio o tratado de historia provincial, no obstante, en la medida que la historia nacional condiciona y/o determina necesariamente toda historia local, y viceversa, cabe señalar que aquella "revolución", circunscripta a Buenos Aires, no intentaba resolver la crisis económica existente -crisis mundial que arrinconará en definitiva al presidente cordobés- sino impedir que las provincias eligieran a otro provinciano, Ramón J. Cárcano, como sucesor de Juárez.  

El prestigioso historiador nacionalista Juan Pablo Oliver da cuenta de los aportantes principales del golpe de 1890, que devela la incógnita sobre el origen, clases y sectores comprometidos: "Los fondos necesarios relativamente cuantiosos, fueron arbitrados por el tesorero de la Unión Cívica, don Manuel A. Campos, ex presidente del Banco Provincia (de Buenos Aires), quien obtuvo los principales aportes, además del suyo propio, de su cuñado el banquero Heinmendhal y de su padre, ex candidato derrotado a la presidencia como rival de Juárez Celman; del banquero Ernesto Torquinst, en cuya casa se efectuaron varias reuniones y de los señores Juan José Romero, Leonardo Pereira Iraola, Félix de Álzaga, Torcuato T. de Alvear; el doctor Zuberbuhler aportó el resultado de una colecta que tomó a su cargo, y el doctor Miguel Goyena el de un aporte innominado que irónicamente se apuntó como el del señor Juan, quizá por las iniciales". Banqueros extranjeros, porteños, mitristas, cívicos, radicales embrionarios y clericales estuvieron en el golpe. 

Lo reconoce uno de sus participantes -Aristóbulo del Valle-, a la sazón apologista interesado de aquel hecho histórico: "La revolución era inevitable: el país la reclamaba a voces; el comercio siempre conservador la esperaba con anhelo; los hombres de Estado la autorizaban explícitamente". No sería la primera vez que se utilizaran esos argumentos para aprobar un golpe de Estado.  

En cuanto a la mentada "corrupción" de que se acusaba al presidente cordobés y su círculo –sin que ello signifique desconocer que la corrupción es un fenómeno prácticamente consustancial al poder en cualquier parte del mundo-, en este caso, "en lo esencial -entiende el historiador nacional de Córdoba Roberto A. Ferrero- no era más que la expresión del egoísmo porteño y bonaerense, que sentía un profundo desagrado porque el gobierno provinciano estaba dirigiendo a grupos empresariales nuevos parte del crédito que antes se canalizaba a sectores más tradicionales de la actividad económica", aunque después, la deuda pública creara, sí, un cuello de botella insuperable.

Reconoce Daniel Chango Illanes, que, si bien el presidente Juárez Celman "fue visualizado como responsable de todo este caos", no obstante, fue "la propia clase dominante -que no era la generación provinciana del 80- la que estimuló la protesta". Esa clase -así lo explica Illanes- "encontró un responsable fácil de abatir: era provinciano, anticlerical, demasiado liberal, y tenía débil apoyo. Débil o ninguno; el propio Roca lo había abandonado", a pesar de ser su concuñado. 

Ciertamente, si el golpe era "un típico golpe porteño", reunía entre sus entusiastas sostenedores cívicos o militares, toda clase de anti provincianos, acérrimos clericales, anti liberales nacionales y muchos liberales y conservadores pro británicos, aparte de ser cierto que Juárez había quedado muy debilitado en aquella capital cosmopolita; aunque no estaba solo, a pesar de la falta de apoyo de su concuñado Roca, que comienza desde entonces su acercamiento al "régimen", al que hasta ese momento había combatido y derrotado tanto militar como políticamente, y al que se integrará parcialmente -aunque sus detractores de hoy quieran desmentirlo- recién después de 1890, cuando acuerda con Mitre. 

La Historia Oficial y oficiosa olvida que Roca estuvo en Pavón del lado de Urquiza; durante la guerra del Paraguay surgió como líder del ejército nacional contrario al mitrismo; en 1874 venció a Mitre en La Verde y luego a Arredondo en Santa Rosa; y finalmente en Puente Alsina, Barracas y los Corrales de Miserere venció a la oligarquía porteña, capitalizó Buenos Aires y federalizó definitivamente el Estado Nacional; aunque ese período nacional tan solo durara diez años – de 1880 a 1890-, ni más ni menos que lo que duró el peronismo con todas sus grandes transformaciones desde 1945 a 1955.   

Desde los tiempos de Sarmiento, la oposición porteña y bonaerense había criticado a los gobiernos centrales que destinaban fondos al desarrollo de las provincias en cualquier rubro. De hecho, después de la "revolución" del ‘90 -que anticipaba esa conducta difamatoria y destituyente hacia los gobiernos populares que hemo conocido a lo largo del siglo XX y en lo que va del siglo XXI-, ninguno de los funcionarios de la administración expulsada del gobierno fue acusado, juzgado ni condenado por corrupción, desmintiendo todos los infundios al respecto. 

Por entonces -siguiendo o comenzando una vieja práctica oligárquica contra los gobiernos nacionales-, era suficiente con difamarlo y crear las condiciones de su renuncia y caída. Comenzaba otra época, representada y simbolizada por el acuerdo Roca – Mitre: de integración entre el patriciado provinciano y la oligarquía porteño – bonaerense, que hasta 1890 habían sido enemigos acérrimos. 

Elio Noé Salcedo

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