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Historia

María Teresa Graffigna: una vida dedicada al arte, su paso por España y su amor a un reconocido poeta

Nacida en San Juan y residente en Córdoba, esta talentosa artista ha dedicado su vida al arte. A sus 83 años, busca que sus pinturas sean distinguidas. Además, se refirió a su matrimonio con el letrista y escritor Armando Tejada Gómez.

María Teresa Graffigna junto a su pintura de una vieja casona de Jáchal

En el corazón de San Juan, entre viñedos y bodegas, nació una artista excepcional: María Teresa Graffigna. A sus 83 años, reside en Córdoba, pero ha dedicado su vida a plasmar en lienzos las bellezas del mundo que la rodea. Sus manos, arrugadas por el tiempo pero aún firmes y coloreando, han dado vida a paisajes vibrantes, retratos conmovedores y escenas llenas de vida, cada una con una historia que contar.

Nacida en una familia de renombre de la provincia, María Teresa encontró en el arte un refugio y una forma de expresarse. Desde pequeña, observaba con fascinación los colores de la naturaleza, los detalles de las casas antiguas y los pequeños detalles de las cosas que la rodeaban. Su pasión por la pintura creció con el tiempo, y a los 9 años comenzó a tomar clases con el profesor Lenzano y otros artistas locales. Doña Teresa aprendió las técnicas del dibujo, la mezcla de colores y la composición, pero sobre todo, descubrió la magia de transformar una simple idea en una obra de arte.

Años más tarde, se fue a vivir a Córdoba, donde se casó. Durante la dictadura militar, tuvo que radicarse en España, donde la vida se le hizo cuesta arriba. Con sus dos hijos, sin becas y sin trabajos, rehízo su vida en Europa. Allí se dedicó a la docencia, talleres de arte y realizó algunas pequeñas muestras. "En Madrid pude aprender tapiz con grandes profesionales; siempre fui adquiriendo saberes en donde estaba mi vocación", comentó a Zonda Diario. Y agregó: "tuvimos que abandonar el país porque nos confundieron con los violentos. Nunca hicimos daño".

En 1986 pudo regresar al país. Separada y con sus dos hijos, se estableció en Córdoba y durante largos años expuso su talento en la Feria Internacional de Artesanías. Además de la pintura, comenzó a diseñar ropa, obteniendo prestigiosos reconocimientos. "Siempre estaba creando", contó entre risas.

Por casualidades de la vida, la artista plástica se encontró de nuevo con el amor, esta vez con el reconocido poeta, letrista y escritor Armando Tejada Gómez, quien en su bibliografía registra 220 letras de canciones y publicó varios libros. Entre sus obras célebres se destaca "Volveré siempre a San Juan"."Yo fui su última esposa; fue una unión de alma muy fuerte. Él venía de otro mundo, de otro espacio, de la poesía, de la canción, de ese arte".

Tras el fallecimiento de Armando Tejada Gómez, María Teresa siguió enfrentando la vida y, tras malos negocios, comenzó a administrar el Hotel Pismanta, ubicado en Iglesia. Trabajaba durante el día, pero pintaba por las noches. "Para mí, la pintura, es como una respiración del alma; si se corta eso, me asfixio. Es como la comida, no puedo vivir sin eso y actualmente lo sigo haciendo".

Además de sus increíbles pinturas de paisajes, María Teresa rescató la memoria de las culturas pasadas realizando diferentes petroglifos que crearon los nativos miles de años atrás, en lugares de la provincia como Ischigualasto e Iglesia. "Intenté trasladar la potencia de los santuarios de altura de sus dioses muertos y olvidados para que el hombre urbano establezca un nexo con sus raíces americanas. Estas obras las expuse en museos de Mendoza y en galerías de arte en San Juan. Sin embargo, actualmente tengo varias obras que busco seguir reconociendo", explicó María.

Arte de un petroglifo de Ischigualasto.

Su estilo se caracteriza por una paleta rica en colores pasteles, pinceladas expresivas y una mirada atenta a los detalles. Sus paisajes capturan la esencia de la tierra sanjuanina, con sus casonas, viñedos frondosos, montañas imponentes y cielos infinitos. En cada retrato tiene historias y su esencia. En sus escenas cotidianas, María Teresa encuentra belleza en lo simple, plasmando la vida diaria de su pueblo con humor, ternura y nostalgia.

Pintura de un paisaje del departamento Iglesia

Sus obras han sido exhibidas en pequeñas galerías locales y en ferias de arte, pero nunca han llegado a un público más amplio. Con el paso de los años, la artista ha sentido una mezcla de tristeza al ver que sus cuadros permanecen ocultos en su casa, sin la oportunidad de ser apreciados por más personas. "Yo nunca supe vender y tengo demasiadas pinturas acumuladas; busco darle un canal para que más personas las aprecien".

A sus 83 años, su pasión por la pintura sigue intacta, y cada día, con sus pinceles y tubos de pintura, le da vida a nuevas creaciones. A pesar de su edad, sus manos aún son firmes y su mirada brilla con la misma pasión que cuando era una niña. "Donde vivo tengo un caballete y unas pinturas, y si pasa un nieto le hago un retrato; si estoy en Ullum, dibujo la naturaleza. Es algo que no pierdo".

Petroglifos Precolombinos

Actualmente la artista se encuentra en la provincia en medio del receso invernal. Para todos aquellos que quieran comerciar sus obras se puede contactar a su mail: [email protected] 

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