Calidez humana en este crudo invierno: así es el Refugio Papa Francisco
Ubicado en la vieja guardia de urgencia del Hospital Rawson, las personas sin techo encuentran una solución a las urgencias de la vida, cama, techo, comida y sobre todo, contención y calidez humana.
Las noches bajo cero y los días muy helados se vuelven especialmente difíciles para las personas en situación de calle. Por suerte, la provincia cuenta con un refugio para quienes necesiten y quieran merendar, esparcirse, bañarse y pasar la noche en un lugar seguro, acogedor y cálido. Se trata del Refugio de varones Papa Francisco, ubicado en las inmediaciones del Hospital Rawson, en el edificio donde antes funcionaba la guardia de urgencia. Allí, un grupo de profesionales de la salud, celadores, cocineros, policías y funcionarios esperan todos los días la llegada de personas que necesitan un techo. En ese pequeño rincón dentro de la cuadra del Hospital Rawson, muchos sanjuaninos encuentran refugio y contención. donde antes atendía las urgencias médicas, hoy atienen las urgencias de la vida, de los varones que no tienen techo..
Este viernes, mientras caía el sol en la ciudad de San Juan y la temperatura bajaba, Zonda Diario fue a conocer el lugar donde muchos encuentran alivio y donde este grupo de trabajadores deja el alma por ayudar a los demás.
El refugio por dentro
En la entrada del refugio nos recibe el policía Iván Chavero, que junto con otro grupo de efectivos resguardan la seguridad del lugar. "Acá ordenamos el ingreso y nos fijamos que no ingresen con armas contundentes para resguardar al personal que trabaja y a las personas que se alojan. También controlamos que no ingresen en estado de ebriedad o con estupefacientes", explica el policía, quien señala que lo que suele ocurrir es que pueda aparecer alguien en estado de ebriedad, pero normalmente quienes asisten al refugio ya conocen las pautas y suele ser un trabajo tranquilo.
Rubén, el celador que trabaja desde que se creó el refugio en 2018, se encarga de organizar y controlar a las personas que ingresan al lugar. Realiza el trabajo con Juan, su compañero que también trabaja desde 2018, y ambos viven todos los días la realidad de estas personas que atraviesan diferentes situaciones urgentes. "Controlamos a los chicos y los ayudamos, más que nada ahora que hace mucho frío", explica el celador. "Tratamos de contenerlos porque en ciertas circunstancias las personas que vienen buscan un apoyo, un aliento, y nosotros tenemos que ser amigos, hacer de psicólogos y también escuchar sus problemas, por eso siempre estamos predispuestos a dialogar con ellos", agrega el otro celador.
Cómo es el lugar por dentro
Metros del ingreso hay una mesa con imágenes del Papa Francisco y también con libros de diferentes credos, ya que se acercan al lugar diferentes grupos religioso para hablar y realizar tareas colaborativas con las personas que se alojan ahí.
En el lugar hay habitaciones, una sala bastante grande que se utiliza como comedor, sala de encuentros y para merendar. También tiene una cocina, además de otra sala con computadoras y diferentes juegos para que las personas que pasan el tiempo allí puedan recrearse.
La directora de Emergencias y Políticas Alimentarias de la provincia, Cristina Cardozo, visita periódicamente el lugar y recibió a Diario Zonda para dialogar sobre el refugio.
Este refugio cumple la función de albergar a hombres que padecen de extrema vulnerabilidad.
La funcionaria explica cómo funciona el refugio, señalando que a partir de las 17 tienen acceso al lugar para poder darse un baño e higienizarse, luego meriendan y después tienen un horario para el esparcimiento. A las 9 de la noche les servimos la cena, luego tienen otro tiempo para recrearse y ya después se vienen a acostar. "Contamos con un equipo técnico que viene durante la semana a tener charlas con ellos, les hacemos un seguimiento y, por sobre todas las cosas, los ayudamos a reinsertarse en la sociedad", explica.
La funcionaria detalla que uno de los objetivos principales en estos días de crudo invierno es que ninguna persona quede en la calle. "También hay personas que se niegan a asistir al lugar porque no quieren cumplir con las pautas y las normas. Pero de todas formas los convocamos para que puedan venir a llevarse su plato de comida caliente. Se llevan una vianda, pan y bebida. Saben que a partir de las 9:30 o 9:15 de la noche se pueden acercar para que les demos la comida".
¿Cuánta gente va?
"Ese número va variando; a veces tenemos 30 o 34 personas, hay veces que vienen solo 20 y hay veces que va más. En estos días se ha incrementado un poco la cantidad de personas que vienen, teniendo en cuenta el frío que hace y que les hace falta un buen plato de comida caliente", señala la funcionaria.
Las personas en situación de calle
Los celadores del lugar, junto con el coordinador y el equipo técnico, que cuenta con una profesional de psicología, una licenciada en trabajo social y una nutricionista, trabajan en conjunto con el Ministerio de Salud Pública para acompañar a las personas en situación de calle. Este trabajo interministerial se hace para ayudarles a sacar turnos médicos y para que puedan llevar sus situaciones patológicas bien atendidas. Incluso han tenido casos de pacientes oncológicos en situación de calle y ellos les han ayudado a recibir la asistencia pública como corresponde.
"Muchas de las personas que están acá están por una situación económica o porque no tienen a nadie, así que nosotros tratamos, a través de los profesionales, de ponernos en contacto con la familia para ver de qué manera podemos ayudarlos a que vuelvan a su vida común, a la sociedad y a su familia. Pero también hay otras personas que llevan muchos años en la calle, que lo han tomado como su modo de vida y nos cuesta mucho acercarlos al refugio. Les brindamos lo que ellos aceptan. Por ahí la gente llama denunciando que hay gente en el centro o en algún lugar en situación de calle, nosotros nos acercamos a dialogar con ellos, pero hay gente que no quiere recibir nuestra ayuda. Nosotros los respetamos, pero por lo menos ellos ya saben que si acuden, vamos a estar ayudándolos".
Un trabajo que toca la sensibilidad
Darío Amaya, director del refugio, señala que "es un trabajo que toca la sensibilidad. Cuando ingresas conoces la problemática de los varones que asisten. Tenemos personas desde los 18 hasta los 60, 62 años que vienen con distintos tipos de problemáticas sociales, económicas, de enfermedades y a todos les hemos dado contención y tratamos de hacerle un seguimiento para asegurarnos de que puedan reinsertarse. La idea siempre es tratar de generar un vínculo con sus familiares, porque muchas personas que están en la calle están en una situación de bloqueo emocional".
Según explica Amaya, cuando una persona está en la calle tiene una situación emocional de bloqueo de tipo boomerang y las personas merodean y se ven muy afectadas. "Por eso tratamos de no solamente darle un plato de comida, sino mucha contención desde lo emocional".
El abordaje para los que llegan por primera vez
"Cuando llega una persona nueva, le hago una entrevista rápida, le pregunto qué pasó y cómo llegó a la situación en la que está, y de ahí lo derivamos para que las trabajadoras lo asistan y desglosen bajo la situación que están padeciendo. Algunos tienen la capacidad de abrirse más rápido y otros demoran un poco más. Desde que empezamos la gestión hemos visto cómo muchas personas salen adelante. Desde que empezó la gestión de Marcelo Orrego nos hemos tratado de enfocar en que esto se vuelva como una familia, tratar de escucharlos y darles un apoyo porque muchas personas solo necesitan que los escuchen y que vuelvan a sus raíces, que son la familia. Muchos están alejados de su familia por diferentes cuestiones. Dentro de lo que ellos nos permiten, nosotros tratamos de reinsertarlos".
No solo asisten a personas en situación de calle
En el Refugio Papa Francisco también atienden a sanjuaninos de departamentos alejados que muchas veces están acompañando a algún familiar que está internado en el Hospital Rawson, entonces, en vez de que duerman en el hospital, les ofrecen una cama, una merienda y una cena.
También pasa lo mismo con personas de otras provincias que a veces se están haciendo atender por alguna situación en particular y que pasan algunos días en el refugio y luego vuelven a sus provincias.
También destacan que varias veces han ayudado a personas a reinsertarse en la sociedad. Han conseguido trabajo y han estado algunas semanas en el refugio hasta que cobraron su primer sueldo, pudieron pagar un alquiler y dejar de estar en situación de calle.
Rubén y Juan, los celadores, son quienes más comparten horas con las personas del refugio. Reconocen la necesidad de estas personas de una contención social y, en especial, de una escucha. A veces eso es más importante que el plato de comida y el techo. "Ellos esperan que los saludemos, que les preguntemos cómo están, si les gustó la comida. Cuando lo hacemos, ellos se ponen felices, conversan mucho y hasta aplauden a los cocineros", señalan los celadores, que al igual que sus compañeros, dejan el alma para ayudar a los más necesitados. Muchas veces, ese diálogo que reciben en el Refugio Papa Francisco es el único diálogo que tienen en el día. Muchas veces, ese ¿Cómo estás? del personal del lugar, es la única muestra de interés que reciben estas personas, que muchas veces, no miramos o no notamos que están cuando caminamos por el centro, la terminal o cualquier plaza de la provincia. En este lugar, se abrigan del frío y reciben la calidez humana que todos necesitamos.