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Simón Tornello

Pasión por los vinos con altura

Más allá de ser elaborador de vinos en Barreal, Calingasta, tiene su modo de vida alrededor del vino y una concepción agroecológia que comparte con muchos de sus colegas.

Simón Tornello es mendocino y llegó al valle de Calingasta en 2011 para probar un par de años, tomar experiencia en la vinificación de la zona y luego buscar otros rumbos. Pero el Valle lo cautivó y hoy no mira otro futuro que no sea entre las mágicas montañas, los espalderos, las viñas y al terminar el día degustar un vinito fresco en su pequeña bodega. Lugar en el que vive en el primer piso. 

Sus actividades las conjuga con su labor en la agencia de Extensión Rural del INTA en Calingasta, lo que le permite tener una simbiosis con la tierra y buscar apasionadamente los resabios que dejaron los pioneros de la vitivinicultura y hacer un culto de los viñedos patrimoniales.

Simón nos recibió en su bodega casa, sobre el medio día. En una heladerita tenía preparado un vino blanco bien fresquito, que para el calor de los últimos días de febrero eran la gloria para el paladar.

Cuando habla lo hace con pasión "los parrales patrimoniales representan muy cabalmente nuestra historia de nuestra tierra. Confluyen en esas plantas el paisaje, la adaptación al clima y la historia del lugar".

Agrega que "como generaciones que venimos desarrollando distintos proyectos buscamos ese rescate y lo ponemos en valor", afirmó.

A su entender esto transmite "donde elegimos vivir". De hecho, considera que esta condición hace que se desarrolle la vitivinicultura con esta concepción, "después hay componentes climáticos que son claves. Calingasta tiene condiciones excepcionales para el cultivo de la vid tales como la altitud, el frescor nocturno, la sanidad que existe y todos los factores de suelo, que dan una heterogeneidad y una diversidad muy grande por la influencia de la cordillera que tiene su peso".
En esto se hace una conjunción entre el tema cultural, los viñedos y la gente que los produce. 

Cuando habla del rescate de los viñedos patrimoniales "los recambios de los 70 y 80 de las variedades criollas desaparecieron. En cambio, en Calingasta, al estar lejos de los principales centros de producción se mantuvieron esas variedades, por lo que se puede encontrar una diversidad muy importante".

Con esta presencia de distintas varietales antiguos, "muchos productores se animaron a vinificarlos por separado, y todo el trabajo que hace el INTA de rescate y valorización de variedades criollas, permite conocer que existen variedades que no se conocían y de alguna manera son nuevas variedades viejas". Agregó que estas uvas se han dado a partir de un proceso de generación en generación lo que llevan a que tengan componentes y características especiales". Esta búsqueda hace que "hoy se conozcan variedades que eran de antes y que se rescataron porque estaban en viñedos patrimoniales", analiza el elaborador.

Es por esto que en un viñedo se encuentran distintas variedades que "trascendieron a la historia que dan una gama de productos que se vinculan muy bien con una búsqueda actual. De hecho, son las uvas viejas que son las justas para un gusto moderno".

Simón cuando se retrotrae en el tiempo afirma que "los varietales a finales de los 90 fue encontrar que los vinos son algo más que blancos, tintos o rosados. De esta forma buscamos cuales eran las características propias de los mismos, con un crecimiento para la industria al conocer este ámbito."

Al profundizar su visión remarcó que "en algún momento hubo una homogenización al pensar que cuatro o cinco descriptores van a hacer las variedades hace que vayamos más allá y que busquemos entender más los lugares". De esta forma cobra mucha importancia el terrua, que es la combinación de cuatro factores clave en la elaboración de vinos de calidad: suelo, clima, variedad de uva y hombre. A esto se le suma el hecho de la aparición de las variedades autóctonas "para entrar en ese juego es súper poderoso". A partir de esto podes entender "variedades y búsquedas de proyectos particulares que reflejan a esos lugares y consumir al vino de otra manera". En ese sentido Tornello es categórico y afirma que "este tipo de búsquedas son a largo plazo". Agrega que el entender a un lugar es un conjunto de situaciones y vinificaciones.

El tener muchos proyectos pequeños "te permite hacer esta identificación y este entendimiento. Hace 15 años en Calingasta no había bodegas instaladas y el producto iba a elaboración de algo homogéneo. Hoy hay muchas bodegas que elaboran diferencialmente y eso permite poder entender las diferentes influencias de la añada, del proceso de elaboración y el hecho de encontrar la tipicidad de cada uno de los lugares".

En estos más de 10 años que lleva en la actividad Simón tiene la concepción de que "el vino se hace entre muchos hay una conjunción de esfuerzos. Por suerte en este andar en el vino, me encontré con productores con los que trabajo hace mucho tiempo, con colegas con los que compartimos maquinarias y nos ayudamos".  Además, este camino "me acercó a personas que terminamos siendo amigos y que nos une el interés por explorar en el vino. Esto me ha permitido tener proyectos en colaboración, que es una experiencia distinta de poder experimentar y crecer".

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