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Lunes 16 de Septiembre, 2024
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Aviones y cañones antitormentas

Cuando el conocimiento científico destruye al mito

San Juan es una zona árida con un muy bajo nivel de precipitaciones. El climatólogo Mauricio Saldivar sostiene que la gente sufre el síndrome de Dunning Kruger que los lleva a confiar en cualquier cosa y no en quienes tienen la competencia técnica y científica sobre hechos determinados.

En San Juan crece la polémica sobre el efecto de los cañones antigranizo, mal llamados anti tormentas. Si bien está confirmado que en el sur de la provincia hay uno solo, cuyos propietarios son de Buenos Aires, muchos sanjuaninos fogoneados por una campaña en las redes sociales y en algunos medios de comunicación creen fervientemente que este tipo de instrumentos causa gravísimos daños sobre el ambiente, llevando a que no llueva. A los efectos de lograr esclarecer este artículo se busca aclarar con conceptos científicos ya que el mito no puede vencer a la realidad.


El meteorólogo y periodista científico Mauricio Saldívar, quien actualmente se desempeña como director de Hidrometeorología en la Municipalidad de La Plata y del Sistema de Alerta Temprana para el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, habló con Zonda Diario sobre el mito de los cañones y los aviones rompetormentas. "Hay mucha gente que prefiere creer cualquier tipo de teorías conspirativas sin ningún sustento científico para tratar de buscar una explicación," lo que sin dudas lleva a que ocurra todo este tipo de cosas. Más si el desconocimiento de la gente es fogoneado por sectores ambientalistas y políticos que lo único que hacen es tratar de acarrear beneficios para su lado, sin importarles el impacto.  El climatólogo mostró también preocupación por el espacio que le da "la mala prensa", así la definió, a estos mitos, que no tienen nada que ver con la realidad.

Además, en un artículo que publicó en Meteored, Mauricio Saldivar afirma que "La proliferación de tantas teorías conspirativas (Chemtrails, QAnon, antivacunas, terraplanistas, Illuminatti, reptilianos, Área 51 entre otras), evidencia una creencia generalizada de que hay poderosos y oscuros intereses políticos y económicos, que propagan una elaborada gran mentira que es soportada de manera coordinada por científicos malvados y gobiernos perversos en todo el mundo".

Sobre las razones por las cuales se le da tanta trascendencia a esto, el especialista afirma que hay algo que se llama síndrome de Dunning Kruger y esto es atribuible en la Argentina al fútbol y la economía, donde todos nos creemos técnicos de fútbol o economistas".  Vale marcar que este síndrome es una distorsión cognitiva que lleva a los individuos a sobreestimar sus habilidades o conocimientos en relación con un tema o campo específico, considerándose expertos o especialmente dotados en áreas en las que, en realidad, son sólo moderadamente competentes.

Sostuvo que el debate surge a partir de que "no hay evidencia contrastable sobre el efecto que pueden tener sobre una nube".  Esto sin dudas, la acción que tienen sobre las tormentas es una acción local que no se traslada cientos de kilómetros como dicen algunos". El climatólogo marcó que una tormenta tiene un ciclo de una hora y que se puede trasladar unos 40 o 50 kilómetros "y no porque se haga una acción contra una tormenta pueda ocurrir lo que la gente dice en San Luis, que producto de lo que hacen en Mendoza, las nubes llegan sin agua".

Cuando profundiza en el tema Saldivar manifiesta que hay que recordar que Cuyo se encuentra en una zona árida donde hay menos precipitaciones "y es más probable que no llueva a que lo haga". De todos modos, marcó que "la mano del hombre también está modificando el clima o las características del clima en algunos lugares", pero esto se debe en el caso de Cuyo a que se crearon diques para embalsar agua y aumentó el volumen de evaporación. 

Al referirse a la acción inmediata que produce un impacto de un cañón antitormetas o un avión antitormentas como lo llaman quienes creen en ellos "se aplica a la nube "yoduro de plata u otras partículas químicas que lo que hacen es darle a la atmósfera mayor cantidad de núcleos de condensación. Los núcleos de condensación son esas pequeñas partículas que necesita el vapor de agua para condensarse y formar una gota". Agrega que "aunque no haya nubes, hay vapor de agua. Pero si no hay núcleos de condensación, si no están dadas ciertas características, no se forman las nubes".

Cuando avanza sobre el tema, Mauricio Saldivar explica que estas sustancias lo que hacen "es darle a la atmósfera una mayor cantidad de núcleos de condensación para que no sean pocas las gotitas que se forman, sino muchas".  En la lucha antigranizo remarca que lo que se busca es "hacer las gotitas más chiquitas y con ello hay menos posibilidad de hacer granizo de tamaño dañino". Pero asegura que esta acción es relativa, por ejemplo "la Organización Meteorológica Mundial pone en duda la efectividad. O sea, la ciencia todavía no ha logrado poder medir la efectividad de manera absoluta de estos sistemas. Por eso se sigue investigando".

Remarca que "si fuese tan sencillo hacer que deje de llover, los americanos hubiesen instalado todo ese sistema para que no les llueva en las ciudades que se inundan. Eso sería más sencillo y barato".  

En este sentido remarca que se sigue investigando, de hecho, hay países como los de la Liga Árabe que destinan miles de millones de dólares para los estudios que tengan impacto y logren modificar artificialmente el tiempo. De hecho, "se ha logrado un modesto resultado al estimular las precipitaciones de lluvia y nieve, incrementándola entre un 10% y un 20%", explica el especialista.

Un ejemplo

Cuando profundiza en análisis de lo que ocurre con los mal llamados cañones o aviones antitormentas afirma que "pasa con el glifosato". Remarca que se sabe que el glifosato es considerado clase tres en las sustancias tóxicas. Pero hay manifestaciones que afirman que es cancerígeno, pero "es menos cancerígeno que los que le he hecho a la cara a mis hijos con el off. Por ejemplo, no escucho gente que hace campañas contra los salames, porque comer encurtidos es más cancerígeno que el glifosato. La gente confunde toxicidad con dosis" y las grandes cantidades aplicadas de este material son las que generan temor. Sostiene que los controles que se hacen sobre la fumigación con glifosato "en Europa, las distancias de fumigación respecto de centros poblados o de colegios desde 50 a 100 metros, de acá a 1.500 metros. Todo esto está basado en el desconocimiento de la gente en cuanto a determinados aspectos científicos y también a la mala prensa, lógicamente".

¿Un avión puede romper una tormenta?

En un artículo publicado en Meteored, Mauricio Saldivar desarrolla el siguiente ejemplo, sobre si un avión puede romper una tormenta. Explica que una nube de tormenta (cumulunimbus) de modestas dimensiones tiene un radio de 2 km, y una altura de 10 km, lo que resulta en un volumen de 125.663.706.144 m3. El contenido de agua líquida en ese tipo de nube puede variar entre 1 y 3.0 g/m3. Si tomamos el valor más bajo, cada metro cúbico de esa nube almacena 1 gramo de agua. Y como 1.000 gramos de agua equivalen a 1 litro, en nuestra nube hay 125.663.706 litros de agua… el contenido de 37 piletas olímpicas.

Si suponemos que hay aviones que "se roban el agua" de esa tormenta, necesitaríamos unos 750 Boeing B-747 para transportar el agua robada a esa nube de tormenta.

Ahora bien, si alguien pudiera evaporar el agua de esa nube, se necesitaría tanta energía como la generada durante unas 15 horas por las tres centrales nucleares de Argentina.

Supongamos que para romper esa misma nube cumulunimbus, la rociamos con algún elemento o substancia que pudiera absorber esos casi 126 millones de litros de agua, y así "secar" la nube. Un elemento conocido por todos es la sílica gel, que absorbe hasta un 40% de su peso en agua. Pero el cloruro de calcio (CaCl2) absorbe hasta más del 100% de su peso en agua. Para nuestro ejercicio, supongamos que absorbe el 200%. Para esos 126 millones de litros de agua necesitamos unos 63 millones de kilos de cloruro de calcio, con lo que necesitaríamos unos 450 Jumbo B747 para sembrar nuestra nube y así disiparla. Sólo nos faltaría un detalle: veríamos caer desde el cielo, una lluvia de partículas de cloruro de calcio cargadas de humedad, mientras se desarma la nube.

Extracto de https://www.meteored.com.ar/noticias/actualidad/si-los-aviones-rompetormentas-son-reales-tan-reales-como-los-unicornios.html, nota publicada por el periodística y climatólogo Mauricio Saldivar.

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