Entereza en tiempos cambiantes: Coco y Luis, testigos de la Argentina
Coco y Luis son amigos hace 82 años. Uno plomero y soldador y el otro carpintero, los unió la pasión por el fútbol. Luego con los años también disfrutaron el placer de una mesa de billar o el pool. En su vida pasaron de todo. Resaltan los tiempos lindos con una multitud de anécdotas pero también los otros donde tuvieron que salir a hacer cualquier cosa para comer. La historia de nuestros protagonistas es parte de la historia reciente de la Argentina.
Cuando llegaron a la redacción lo hicieron con puntualidad inglesa. En la recepción se los podía escuchar como hablaban animados, vaya saber de qué. Luego armamos una mesa y nos sentamos a conversar de temas varios. Coco, Juan Héctor Bustamante, conocido en la historia como "el negro campeón" y Luis Armando Quiroga, "el Choca", forman una pareja muy especial. Tienen 90 años y hace 82 que se conocen y son amigos.
Desde ese entonces hasta la actualidad tienen millones de historias en conjunto. Muchas de ellas atadas al deporte, pero también las tienen unidas al barrio, a su gente querida y a lo que es vivir en Argentina que tiene altibajos económicos que nos llevan desde la cima al quinto subsuelo.
Ambos comparten la misma pasión, el fútbol, Luis jugaba de 11 y según cuentan sus relatos, era un rapidito en la cancha, en tanto que "Coco", era un 5 de marca, de esos que muerden, y quitan todo lo que pasa por su alrededor. "Llegue a jugar en primera de Los Andes", dice orgulloso. Luego pasó por otros clubes.
De todos modos la vida les da la alegría de vivir y son de charla fácil. Coco, es más charlatán y sus historias afloran a flor de piel rápidamente. Mientras que Luis lo escucha y me mira haciéndome gestos porque es difícil pararlo cuando comienza a contar su historia. La dupla genera alegría y sin dudas son personajes que han sobrevivido en esta historia nacional convulsionada. Tal como se estilaba antaño, desde muy chico se comenzaba a trabajar.
"En la época de Federico Cantoni conocí la coima. Hice un trabajo y lo pagó otro", Coco.
Había que hacer un aporte a la casa, eran familias numerosas y primero estaban las obligaciones. Es por esto que Coco recuerda que comenzó como "mandadero a los 12 años y medio, en la Casa Guardia", a los 14 ya estaba practicando soldaduras y a los 16 hacía soldaduras para obras sanitarias. "Yo ayudaba siendo muy chico a mis hermanos que lustraban, había que hacer lo que fuera para poder comer", recuerda nuestro protagonista.
En el año 50 recuerda que trabajó en lo que tenía que ver con la obra de cloacas del Edifico 9 de Julio, que durante muchos años fue la sede de muchos ministerios previo a la terminación de la obra del Centro Cívico.
Pero las cosas de la vida lo llevaron a lo que era la Fabrica de Carburo, "ahí trabajé 52 años. Me jubile y me pidieron que siga en la empresa", dice con orgullo y sentido de pertenencia.
Luis por su parte, el carpintero, su vida laboral pasó en la Cerámica San José, allí trabajó durante 30 años hasta que tuvo un problema cardiaco que obligó a que se jubilara con el 70% de incapacidad. "Pero aquí estoy todavía", dice mientras que con la mano izquierda se golpea el corazón. También comenzó con el oficio de carpintero siendo un niño en una carpintería que estaba en calle Alem y Belgrano, lo hizo como ayudante y luego como medio oficial.
La charla con ambos protagonistas va por varios lugares. "Yo siempre he sido muy andariego, conozco casi todo el país, incluso nos llevaron siendo niños con Eva Perón a Buenos Aires, a nosotros nos tocó parar en Tandil", dice Coco. En cambio "este -lo señala a Luis- siempre fue más casero". Luis lo mira y sonríe asistiendo.
"En la época de los militares estuve dos noches preso, porque veníamos en el colectivo un muchacho gritó Viva Perón", Coco.
Cuando habla de la vida que le tocó, Luis es un agradecido, "siempre estuve bien gracias al trabajo. En la época de los militares cobrábamos bien. A mí me daban el cheque del mes y no lo cobraba, porque tenía el del mes anterior". Agrega que luego vino la democracia "y en el tiempo de Alfonsín la plata no alcanzaba para nada, los precios subían todos los días. Creo que ahora estamos peor que en la época de Alfonsín", expresa con una leve sonrisa.
En tanto que don Coco cuenta que siempre tuvimos problemas, "pero hay que trabajar y seguir adelante".
Historia, política y otras hierbas
Coco, el más inquieto de la dupla cuenta que "yo conocía a Eva Perón cuando vino en el 45, cuando estaba el general en campaña. Después vino en el 52 y yo no pude ir".
Otra de las historias que cuenta es que en conoció a Federico Cantoni, inclusive trabajó para él. "En ese momento conocí lo que era la coima", dice mientras sonríe pícaro. "Me contactó el chofer de Cantoni y me dijo que tenía que hacerle algunos trabajos en su casa". Pero al terminar no lo pagó el hombre "sino que me mandó con un papel a cobrarlo a otro lugar que tenían los cantonistas de ese tiempo. El tipo no pagó lo pagó el gobierno". Luego "me fue a trabajar en el tema de la instalaciones en la finca de Tucunuco, que tenían ellos. Allí estuve un tiempo y compartí con cinco italianos que trabajaban y que Cantoni los había traído de la guerra. Ellos se levantaban a las seis de la mañana para trabajar en la finca, yo tenía otras actividades y me levantaba como a las 9.00".
Recuerda que por ese nexo con el cantonismo, estuvo en el sepelio del caudillo sanjuanino en 1956.
También cuenta que durante la época de los militares, Leonardi y Aramburo, "fuimos de visita para el lado de Zonda en colectivo. De regreso veníamos y casi llegando al centro, otro muchacho gritó "Viva Perón Carajo". En el colectivo había dos militares de civil y nos llevaron todos en cana. Yo terminé en la calle Caseros y San Luis donde era bomberos detenido junto a los presos de la CGT de ese entonces". Por esa etapa de la vida argentina la proscripción del peronismo se había instaurado y serlo era sinónimo de terminar preso y en problemas.