"Hay que aprender a adaptarse"

Habla rápido y hasta nervioso cuando cuenta su vida. En sus proyectos está el seguir creciendo para poder alcanzar su frontera propia y porque no vencerla. Solo le falta una materia para ser ingeniero civil, dice que la va a rendir en marzo, pero la pasión por ahora le va ganando a la formación. Aunque sostiene que lo que aprendió en la facultad lo puede aplicar a su pasión.

Leandro Rojas es uno de los tantos que se adaptaron en la vida y como buen argentino tiene la creatividad para avanzar en un país que no te da treguas, pero que te permite crear tus espacios cuando lo haces con esfuerzo. Leandro es hijo de pequeños comerciantes y como sus dos hermanos va en camino del título, pero su verdadera pasión es hacer muebles. "Que algo que sale de mi cabeza y esté en otro lado, es algo increíble", dije.

Cuando mira su proceso creativo de hacer los muebles, sostiene que "lo creo yo, lo diseño, lo hago con la cabeza y lo termino con mis manos", el tiempo le ha permitido crecer y ahora tiene algunos empleados trabajando para él. La pasión por los muebles pudo más en tiempos de pandemia.
Leandro- 29 años-, casi ingeniero, ex jugador de Hockey sobre patines- lo dejó porque los tiempos no le daban para comprometerse como se debe- y ahora diseñador y constructor de muebles, un ejemplo de los jóvenes que se pusieron la camiseta del esfuerzo para seguir adelante.

En sus inicios hizo muebles para familiares y amigos. Hasta que "vino alguien y me dijo que le cotizara un mueble. Era la primera vez en la vida que yo iba a hacer un presupuesto, hasta eso tuve que aprender", cuenta Leandro. "Lo bueno de esto es que luego de dos años, aún tengo a esta persona como cliente", dice recordando ese momento.

Cuando habla de sus inicios explica que "comencé con una caja de herramientas y un destornillador eléctrico de mi papá. Las maderas las cargaba en el techo del auto para llevarlas de un lado para el otro". Además, por ese momento tenía una pasantía que le permitía cubrir sus gastos "por eso, todo lo que ingresaba por los muebles los reinvertía".

Su primer taller, "desmontable", como le llama fue en el garaje de la casa de sus padres y luego el living.  "Todos los días montaba el taller para trabajar y al finalizar la jornada tenía que desmontarlo para que "el auto no durmiera en la calle, porque el garaje era su lugar", dice entre risas. Lo cierto es que en ese proceso tenía al menos dos horas para montar y luego desarmar el taller y eso se repetía.

Leandro reconoce que para crecer hay que trabajar de lunes a lunes y eso hacía. "Muchas veces mi papá estaba con el asado del domingo y yo estaba haciendo muebles".

Respira profundo cuando se analiza y sostiene que lo que lo mueve es "hacer algo y que lo reconozcan. Es una satisfacción que a alguien le guste lo que yo hago", expresa con cierto orgullo.

Añade que "el tema de la plata te mete presión, porque es lo que te permite vivir. Pero lo más importante es quedar bien".
"Siempre me gustó la arquitectura, siempre fue mi pasión". Pero "a la ingeniería la apliqué en los muebles. Cuando hago algo está en base a los conocimientos. A los seis años de la facultad los apliqué en lo que hago", sostiene.

Cuando mira lo que hace resalta su aspecto de detallista. "Me gusta la estética de lo lindo, me gustan las terminaciones y los detalles". Es por esto que afirma que "cuando tenemos un cliente creo que hace un esfuerzo para hacer algo por lo que tenemos que hacer es que confíe en lo que hago. Creo que siempre hay que cumplir con responsabilidad".