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"Hay una desestabilización de la masculinidad"

La psicóloga y docente, Gabriela Córdoba, llega mañana a SJ a brindar un seminario sobre los aportes del enfoque de género a la psicología. En su último libro, "Ser varón en tiempos feministas", aborda la transformación de la masculinidad.Por Francisco Lahti

La Dra. María Gabriela Córdoba llega mañana a la provincia para brindar un seminario sobre los aportes del Enfoque de Género a la Psicología, en el marco de la Diplomatura en Prevención de la violencia por razones de género que se dicta en la UNSJ.
Antes, habló en exclusiva con Diario Zonda sobre los nuevos roles de varones y mujeres en una época donde las "certezas" ya no tienen el mismo valor.

¿Cuáles son los aportes del Enfoque de Género a la Psicología?
Las certezas que brindaba la tradición ya no tienen tanto peso, lo que se prescribe y prohíbe de sentir, pensar y hacer en función de los genitales que uno porta está mutando a mayor velocidad que las teorías. El enfoque de género viene en auxilio de la Psicología para evitar filtrar una ideología sexista en las interpretaciones, en los criterios de salud y enfermedad, y en poder pensar categorías conceptuales y metodológicas que incluyan a todas las personas.

¿Cuál es el rol del varón en tiempos feministas?
En estos tiempos, las mujeres estamos redefiniendo nuestra identidad, con una búsqueda enfocada en la igualdad y en la paridad, lo que alteró, en el mismo acto, los emblemas viriles tradicionales, porque los varones se constituyen como tales basándose en el dominio, la diferencia y la superioridad sobre las mujeres. Estos cambios han producido un efecto de desestabilización sobre la masculinidad, es como que muchos varones sienten una tensión interna entre la persistencia de arreglos sociales de años y las presiones para que adopten prácticas igualitarias, porque hoy se les pide a los varones que asimilen la igualdad con las mujeres. Pero esto a los varones les cuesta, porque les han enseñado que ser hombre es ser diferente y más que una mujer. Registré tres roles en los varones en tiempos feministas: hay varones que se atrincheran en un tradicionalismo viril y continúan reproduciendo un rol con características conservadoras, intentando evitar el vacío definicional que implicaría alejarse de la posición conocida de supremacía. Hay otros varones que adoptan discursos políticamente correctos, pero que, en realidad lo que hacen es intentar "aggiornar" los elementos estereotipados de los que es ‘ser hombre’ en su cotidianeidad, lo que da lugar a contradicciones entre el discurso manifiesto y lo que se hace. Se trata de varones que se adaptan parcialmente a la complementariedad y equidad que les demandan las mujeres, pero no por creencia propia, sino como manera de evitar un conflicto mayor con ellas. Así, por ejemplo, son ‘los que ayudan’ en las tareas de la casa, ‘ayuda’ que, cuando aparece, sólo es eventual y sujeta a las ganas del varón en cuestión. Un tercer grupo de hombres se encuentran en un proceso más consciente de cambio, por lo que definen el ser varón en referencia a sus potencialidades y debilidades, lejos de las posiciones forjadas como exclusivas por la masculinidad tradicional y buscan redefinir su rol de un modo más saludable, por su propio bien y el de sus vínculos.

¿Es posible pensar una nueva masculinidad en espacios con falta de educación?
La educación es necesaria, pero requiere además el trabajar con los varones las prácticas que llevan a cabo: no sólo hay que cambiar las ideas, hay que lograr que activen nuevas prácticas de paternidades más activas, que sean corresponsables con los cuidados del hogar y con las decisiones reproductivas (usar preservativo, por ejemplo) sin que consideren que con ello "dejan de ser hombres", porque esos mandatos no son esencias, sino construcciones sociales que se pueden modificar.

¿Cuáles serían los consejos desde la psicología para abordar una masculinidad sana en esta época?
Los varones tienen el costo de tener que cumplir con los mandatos viriles, y por eso deben aparentar. Aparentar yo lo entiendo cómo ponerse una máscara, un disfraz constante de fortaleza, de valentía, de tener que tomar siempre la iniciativa, y de andar compitiendo entre varones quién levanta más minas, quién tiene mejor celular, mejor tv, cuantas cervezas aguantás tomar, quién es más valiente tomando más riesgos, y obvio, también tienen que dar consejos porque cada varón cree tener la posta y saber más que otros. Los varones no aceptan el fracaso, no aceptan no saber, deben aparentar saberlo todo y poderlo todo como una demostración de poder. El enorme costo que tienen los varones por cumplir con estos mandatos es la distancia y la desconexión afectiva a la que se someten, a fin de ser una "máquina que rinda en el trabajo", que los lleva a no escucharse, a tener dificultades en las relaciones interpersonales, y a no cuidarse.

¿Cuál sería la tarea con la nueva masculinidad?
La tarea con la masculinidad es ayudarles a que se puedan conectar con las emociones, con lo que sienten. Que no crean que lo único que tienen para actuar es la hostilidad y la agresión. Que hay una caja de herramientas con las que podemos contar, y usar todas las opciones según la ocasión. El martillo (hostilidad) puede ser útil por momentos, pero en otras ocasiones requerimos un destornillador (demostrar ternura).

¿Cuáles son las dificultades de la actualidad para establecer un vínculo sano entre los géneros y cómo se podrían resolver?
Varones y mujeres entendemos por amor y por amar, cosas diferentes, porque fuimos socializados de manera distinta. Las expectativas sociales depositan en las mujeres el papel de subordinación y cuidado del otro por sobre la satisfacción de sus propias necesidades e intereses; mientras que de los varones se espera dominación e independencia, con una disposición mucho menor a la renuncia total, al sacrificio personal y a la entrega. Porque para los hombres, el amor romántico tiene mucho que ver con el deseo de ser héroe y conquistador, quien logra alcanzar imposibles, seducir, quebrar las normas y las resistencias, ser quien protege, salva, y, en consecuencia, domina. En este marco, las mujeres se reducirían a "ser-para-otros", mientras que los varones se definirían como "ser-para-sí", donde la importancia de su trayectoria laboral se prioriza sobre su interés en la pareja. Por lo tanto, se esperará de ellas que ofrezcan su vida al amor -y que encuentren al amor de su vida-, serán para otro (su héroe y salvador), al que se entregarán, obedientes y sumisas.

¿Cómo influye esto en los modelos erótico-amorosos?
Lo antes dicho lleva a que los modelos erótico-amorosos estén impregnados de asimetría y desigualdad. Las mujeres sostienen afectivamente a los varones, en un ejercicio que funciona en las sombras: los varones, en general, cuentan con una red social, amorosa y familiar que utiliza el poder del amor de las mujeres, pero esta situación no es recíproca, lo que las deja a ellas en una situación de fragilidad psíquica, por no contar con igual apoyo subjetivo. Y aunque hoy se aspira a una paridad y a una igualdad en el encuentro entre los géneros, considero que más bien se trata de una ‘ilusión de equidad’, pues las condiciones en las relaciones erótico-amorosas no son todavía realmente democráticas.

¿El varón que sufre violencia cómo puede abordar su situación?
Todas las personas podemos sufrir violencia, y lo que recomiendo es que este varón pueda solicitar ayuda. Que denuncie, que haga tratamiento psicológico. La víctima nunca es culpable de la violencia que recibe, pero eso no significa desconocer que la violencia por motivos de género es una práctica estructural que viola los derechos humanos y las libertades fundamentales, que se genera cuando se produce un daño a la persona por el solo hecho de ser mujer o LGBTI+, y las estadísticas muestran que un promedio de 1 de cada 3 mujeres ha sido víctima o vive violencia física, psicológica y/o sexual, por un perpetrador que era o es su pareja.

¿Qué evaluación hace del rol feminista a la hora de relacionarse con personas que no concuerdan con este pensamiento?
Hay distintos matices dentro del interior del Movimiento Feminista. Algunas no aceptan la presencia de los varones en la agenda feminista, pero también hay varones formando movimientos reactivos que los presentan como ‘víctimas del feminismo’, en lugar de ayudar a que puedan revisar el dispositivo de poder orientado a producir varones socializados con expectativas de servicio por parte de las mujeres. Mi postura es trabajar el género de manera relacional, reconociendo el papel de los hombres no solo como agresores sino también como posibles actores, facilitadores y activistas para lograr la igualdad de género. Sólo el trabajo conjunto entre todas las personas es lo que va a permitir el verdadero desarrollo social sustentable.

La docente María Gabriela Córdoba es psicóloga, post-doctorada en Estudios de Género, Dra. en Humanidades, Especialista en Psicoanálisis y Género. Es docente universitaria en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán e investigadora en el Proyecto "Identidad, ciudadanía y diversidad cultural; sus prácticas y representaciones desde la mirada local". Es co-directora de la carrera Especialización en Estudios de Mujeres y de Géneros en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán. Miembro de la Asociación Argentina de Sexología y Educación Sexual. Co-coordinadora general de Centro SOMOS NOA: Centro de investigaciones en Géneros, Masculinidades y Diversidad. Cuenta con numerosas producciones científicas en torno a Identidades de Género, Construcción cultural de la masculinidad social e identidad masculina. Conferencista Nacional e Internacional.

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