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El ADN sanjuanino

Por Eduardo Carelli- Docente de la UNSJ e Historiador 
Qué somos los sanjuaninos? Esa es una pregunta que siempre nos ronda como sociedad y, sin recurrir a un sicólogo social o a un sociólogo, podríamos decir que los sanjuaninos tenemos nuestra propia idiosincrasia, nuestra propia forma de ser que se remonta al momento mismo de la fundación de San Juan, allá por el 13 de Junio de 1562. Los libros de Historia relatan que con la llegada de Juan Jufré vinieron entre 14 y 35 españoles, dependiendo de la fuente, que fundaron la ciudad con el nombre de San Juan de la Frontera, y si bien algunos se volvieron a Chile al tercer día de haberla fundado -entre ellos el propio Juan Jufré- otros se quedaron en este lugar para siempre.

Entre esos españoles estaba Juan Eugenio de Mallea, que según la tradición popular se casó con Teresa de Asencio, hija del cacique huarpe Angaco, y si bien esta historia no está documentalmente probada marcó el destino de los futuros sanjuaninos, ya que de esta fusión de lo español y lo aborigen nacerá una ciudad y una sociedad con características peculiares. Una aldea que será el puesto de avanzada de Mendoza hacia el norte pero que, por estar lejos de Santiago de Chile, crecerá orgullosa y muchas veces rebelde. Una ciudad que le tocará afrontar las inclemencias de la naturaleza, desde las iniciales inundaciones que obligaron a que Luis Jufré, el hijo del fundador, cambiara su ubicación dos tiros de arcabuz más al sur, hasta los terremotos que la llevarán a reconstruirse varias veces. De hecho la gran inundación de 1832 hará que se pierdan para siempre los relictos fundacionales que aún se conservaban en el "pueblo viejo" de Concepción.

Con el puñado de hombres que acompañó a Jufré vino también un alemán llamado Anze de Fabre -probablemente Hans Faber- y un italiano llamado Lorenzo Payo, quizá originalmente apellidado Piaggio que, de modo premonitorio, anticiparán las futuras corrientes migratorias que poblarán esta tierra y que con su generoso aporte harán crecer, a partir de fines del siglo XIX, el oasis agrícola original hasta convertirlo, esta vez de la mano de los italianos, en una ciudad de comercios y talleres, pero esencialmente de grandes bodegas y extensos viñedos que iniciarán una nueva época en la economía de San Juan.

En la etapa colonial, y hasta bien entrado el siglo XIX, las familias sanjuaninas tendrán sus vínculos sanguíneos con las ciudades chilenas, así nuestro más importante prócer, Domingo Faustino Sarmiento, en su libro "Recuerdos de Provincia" dirá que su familia es de "este lao" y del "otro lao" de la cordillera de los Andes, un macizo que lejos de separar terminó uniendo los destinos de cuyanos y chilenos detrás de un ideal independentista, compromiso demostrado al participar del ejército que el general San Martín preparó en Cuyo y que realizaría el magno esfuerzo llevar la libertad a Chile y al Perú.

El ilustre patriarca de la historiografía sanjuanina, Horacio Videla, decía en su obra "Retablo Sanjuanino" que teníamos un "provincianismo muy particular, vivaz, afable, orgulloso bajo la criolla sencillez", y que éramos "respetuosos de lo verdaderamente estructural y sin ocultos atuendos reaccionarios". Éramos una aldea, de hecho inicialmente éramos una aldea terminal, pero -lejos de conformarnos con eso- nos convertimos en una sociedad con un sentido histórico y comprometida con un destino.

Así, fuimos patriotas de la hora inicial, participamos de la Junta Grande en 1810; nos embarcamos en el destino de grandeza que nos propuso el general San Martín mientras fue gobernador Intendente de Cuyo; la osadía del sanjuanino Laprida nos condujo a la declaración de la Independencia; el gobierno de José Ignacio de la Roza fue esencial para armar un ejército que liberó media Sudamérica; fuimos una república por el accionar de Fray Justo Santa María de Oro en Tucumán; esta tierra vio nacer a José Ignacio Fernández de Maradona, a Antonino Aberastain, a Salvador María del Carril, a Nazario Benavidez y a Guillermo Rawson entre tantos otros ilustres hombres que trascendieron la historia a través de sus obras. Grandes personajes que dieron lustre a una provincia que está entre las catorce que inicialmente fundaron la patria.

Hoy nuestra provincia busca abrirse caminos implementando nuevas tecnologías y formas de desarrollo que aseguren su sustentabilidad económica, pero siempre aferrada a su historia y tradición. La vitivinicultura, la minería, la agricultura, fueron y son las actividades predominantes y han acompañado y forjado la idiosincrasia del sacrificado sanjuanino y del cuyano. Como dijera el escritor Arturo Arroyo en su hermosa novela "Los horneros de San Juan", la vida de los sanjuaninos ha sido una aventura "que desde el desierto de su infancia, despierta en el terremoto de 1944 y madura en la reconstrucción de su ciudad y su familia, surgen (los sanjuaninos) con una fuerza impensable y prodigiosa, no exenta de acontecimientos que han dejado un sello indeleble para todas las generaciones".

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