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Jueves 19 de Septiembre, 2024
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Crimen Aberrante que avergüenza

Cuando alguien está en las malas desde hace mucho tiempo, cualquier puerta que parece abrirse genera ilusiones y expectativas. He visto filas de más de 200 personas esperando concretar una entrevista y entregar documentación para tres puestos de trabajo que se ofrecen.
Este deseo por momentos desesperado es aprovechado por redes mafiosas. Se presentan disfrazados de buenas personas que prometen estudiar o trabajar en otra Provincia o Estado, dibujando una realidad que nunca llegará.
En seguida el estudio y el trabajo son reemplazados por las cadenas de reducción a servidumbre o trabajo esclavo, prostitución, tráfico de órganos. Son mafia que también maneja la ilegalidad de las armas y las drogas. Cuando no alcanza con el engaño acuden al secuestro a la salida de la escuela, la universidad, la discoteca.
Esta acción criminal es favorecida por un modelo económico de explotación y opresión. La gran mayoría de las víctimas son mujeres: niñas, adolescentes, jóvenes.
En el barrio o el campo ellas son punta de lanza que, con su ingenio y creatividad, se dedican a pasar de una economía de la explotación del ser humano y degradación del ambiente a una economía del cuidado. Protegen a los más frágiles y son amigables con la casa común. Además, debemos reconocer que las oposiciones a sus tareas son muy fuertes, y tienen que remar contracorriente.
Hay una conexión muy estrecha entre economía y trata. Lo podemos ver en dos sentidos. Por un lado, este sistema concentra riqueza y expande pobreza y miseria, generando una angustiante búsqueda de oportunidades ante las necesidades de presente y futuro. Por otro lado, hay en la base del modelo la mirada que privilegia la obtención de dinero a cualquier costo, incluso de los derechos a la integridad de las personas, que son consideradas como mercancía a ser evaluada por la "anti-ley" de la oferta y la demanda.
El martes 8 de febrero se realiza la Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la trata de personas. El tema que se dispone es: "La fuerza del cuidado: mujeres, economía y trata de personas".
Hace falta una voz profética que denuncie estos atropellos, y a la vez unir la cercanía y acompañamiento a las víctimas.
El Papa Francisco tiene una firme postura: "Son organizaciones criminales que lucran con esto, esclavizando a hombres, mujeres y niños, laboral y sexualmente, para el comercio de órganos, para hacerlos mendigar o delinquir".
Es necesario prestar atención a los gritos silenciosos que, desde la oscuridad invadida por el hedor rancio de tabaco, drogas y alcohol, claman justicia, libertad y dignidad.
Es el Cuerpo de Cristo avasallado, humillado, vejado. Son sus heridas abiertas que manan sangre inocente.
No tenemos que dar espacio a la indiferencia que invisibiliza, ni a la anestesia que no sufre como propio el dolor de hermanas y hermanos.
Las autoridades de los Estados tienen la obligación de cuidar a toda la ciudadanía, así como promover la verdad y la justicia.
Es nuestra vocación y misión acoger a las familias que viven con angustia la falta de información acerca de su hija, hermana, nieta... Llevan una carga pesada que se vuelve insoportable debido al ocultamiento y la inoperancia sostenidos por la impunidad y la corrupción.
Debemos comprometernos y luchar para construir una sociedad en la cual cada persona sea respetada en sus derechos y dignidad.
Estamos ante un crimen aberrante que nos avergüenza como humanidad.

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