Siesta, chaya y baile un clásico bien sanjuanino

Era la única época del año donde los niños no estaban obligados a dormir la siesta. Es que era en ese momento del día donde se vivía intensamente la fiesta del carnaval en su máxima expresión con la clásica chaya en los barrios donde todos los vecinos participaban y disfrutaban de un momento de diversión y hasta de unión.

Gana el que queda seco

Cuenta la historia que ya en 1842 fue el propio Domingo Faustino Sarmiento, quien en el diario chileno El Mercurio, publicaba un artículo en donde añora todo lo que había vivido en los carnavales de su juventud.
Pero fue concretamente en las décadas de 1940 y 1950 donde comenzó a instalarse ya como una costumbre y su época de gran apogeo en SJ se ubica en la década de 1970.
Algunos escritos indican que se festejaba inicialmente los lunes y martes. Esto fue así hasta que en 1976 cuando se decidió traspasarlo a los jueves y viernes.
"La chaya, los bailes, los corsos eran el itinerario a seguir durante esos tres días de Carnaval por parte de las familias sanjuaninas. Familia como palabra extendida, en la que se incluía además del matrimonio y sus hijos, a los tíos, a los abuelos, que también participaban sobre todo en los horarios de siesta de la famosa chaya sanjuanina. Los vecinos se reunían en torno a un surtidor en la calle o a una acequia y se establecían ‘enfrentamientos’ para ver quién mojaba más, no sólo con agua, también con barro", recuerda la Dra. Gladys Miranda, profesora de Historia e investigadora del Gabinete de Historia Universal "Dr. Leovino E. Brizuela", de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes de la UNSJ, en un artículo publicado en la web de la casa de altos estudios.
El campeón de la jornada era el vecino que lograba pasar la siesta totalmente seco.

Los corsos

La creatividad a la hora de armas los disfraces estaba a la orden del día. Se recreaban personajes de los programas de tv de la época o de revistas y diarios. Todo a pulmón. Por ello muchas de las publicaciones de la época traían moldes para esos trajes.
Los niños eran los principales protagonistas de los desfiles en la Plaza 25 de Mayo. Cuentan que el "corsódromo" se amplió con la apertura de la Av. José Ignacio de la Roza.
Una bomba de estruendo marcaba el inicio del desfile. El rey Momo encabezaba la escena, se trataba de un gran muñeco que se quemaba al final.
Desfilaban carruajes de algunas instituciones y eran famosas en aquella época las comparsas "El Clavelito" y "la Rosa".
También eran muy esperados los carruajes de Rufino Palomas, un artista albardonero con un espíritu creativo que sorprendía en cada edición.

Siga el baile, siga el baile"

A la tarde noche las familias iban al corso alrededor de la Plaza 25 de Mayo. Ahí incluso las familias, con los chicos, participaban en las comparsas. Más tarde, era el momento de los famosos bailes de Carnaval. En la ciudad, eran en Casa España, en el Club Sirio Libanés, en el Club Social. Y se marcaban también las diferencias sociales. A esos clubes ‘iba la gente más acomodada’, como nos dicen nuestros informantes. La gente más humilde iba a los clubes de barrio. Allí venían orquestas famosas. Se utilizaba para divertimento también el agua con pomos y papel picado, lo mismo que en el corso", agrega la Dra. Gladys Miranda, en la publicación de la UNSJ.
Esos bailes significaron para muchas familias el inicio de la historia de amor de algunos de sus integrantes. Eran muy esperados por los jóvenes y sus padres por lo que significaban , una noche de diversión a pleno.

En la actualidad

Hoy en día en SJ, en la época de prepandemia, se mantiene el fervor por el carnaval en varios departamentos. Siendo el más importante el de Chimbas como fiesta central. También en Ullum se mantiene la tradición de la chaya. Aunque con diferencias frente a sus inicios el carnaval sigue vivo en SJ .

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