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El beso; un gesto con un mensaje oculto

En mis años de investigación sobre el lenguaje corporal, pocas cosas me han causado tanto interés como el fenómeno del beso entre nosotros, los humanos.
Es cierto que existen diferentes formas de besar. No es lo mismo el beso que damos a nuestros abuelos que el que compartimos con nuestra pareja. También es cierto que la forma de besar se modifica con la consolidación de un vínculo. En las primeras semanas de una relación amorosa el beso suele ser intenso y apasionado y con el paso del tiempo se torna más moderado en sus formas al punto que algunas personas sospechan que "el amor no es el mismo" ¿Por qué sucede esto y que es lo que hay detrás de este comportamiento que tiene componentes universales en nuestra especie?
Nuestro Laboratorio de Investigación en Comunicación No Verbal ha realizado distintas experiencias de observación para echar un poco de luz a este tema central de nuestra comunicación. Destacaré al menos dos aspectos.

Rastro de saliva

El beso en cualquiera de sus formas deja un rastro de saliva - a veces mínimo - que revela una conducta territorial. Los humanos como otros mamíferos usamos la saliva como modo de "marcar" a quienes conforman nuestra propia manada o a quienes estamos en condiciones de integrar a la misma. Es así que besamos a familiares, amigos y personas que conocemos y que despiertan en nosotros ciertas simpatías.

Succión

En muchas formas de besar se destaca este elemento. El de la succión. De hecho, el beso que aprendemos de niños una vez que dejamos de babear a diestra y siniestra, es el de la succión primaria.
Sobre este segundo punto, no es casual que la succión sea uno de los reflejos más primigenios que se activa con mayor potencia al momento de nacer y es, en definitiva, el que nos garantiza amplios márgenes de supervivencia, ya que nos permite el amamantamiento.
Ese momento inicial de nuestras vidas en contacto con el mundo fuera del vientre de nuestra madre, puede sintetizar, quizá uno de los períodos de mayor bienestar en términos psicológicos en nuestra existencia. Esa succión nos acompañará a lo largo del tiempo para crear refugios afectivos que tiendan a minimizar ansiedades. Cuando intentan "destetarnos" recurren al chupete y al biberón, al que nos aferramos como a una tabla salvavidas muchas veces para apaciguar el llanto.
En el Sistema de Codificación Facial desarrollado originalmente por el anatomista sueco Herman Hjortsjö y perfeccionado por Paul Ekman y Wallace Friesen, al gesto que simula un beso, se lo conoce como Unidad de Acción 18 ( también se asemeja a otro código conocido como Descriptor de Accion 35). Se encuentra catalogado como una de las gestualidades más relevantes en nuestra comunicación interpersonal. Con el paso del tiempo, un día replicamos este comportamiento succionando un helado, un chupetín, un cigarrillo o un mate si estamos en Argentina, o países vecinos. Una curiosidad es que muchas personas – en especial los jóvenes- colocan la boca en posición de succión al tomarse una selfie que luego publican en sus redes sociales
En todos los casos mencionados, dicho comportamiento denota, la manifestación de afecto hacia personas específicas, la muestra de que somos personas afectivas y estamos listos para integrar a otros a nuestra manada, ansiedades ocultas que no pueden expresarse verbalmente o el deseo de sentirnos mejor y tener más bienestar del que tenemos. El contexto es el que señalará la opción más apropiada para comprender las emociones detrás esta gestualidad.
Tenía razón Roberto Galán en aquel programa de tv en el que afirmaba "Hay que besarse más". La pandemia puso límite a esta práctica disparando la necesidad de cercanía y de compartir ansiedades en uno de los intercambios más atrapantes que practica nuestra especie; el intercambio de saliva y la succión.

Por todo esto, tomar un mate no es solo tomar un mate. Puede transformarse también, en el momento oportuno de contar una angustia. El acto de fumar no nos muestra solo una persona con una adicción. También deja entrever a una persona que busca en la succión el refugio que no encuentra en su vida cotidiana. Una selfie con "trompita" puede ser, además de una moda, un modo de recurrir inconscientemente a un recurso instintivo que nos remite a la succión de nuestros primeros días Cuando no teníamos más que aquel pleno bienestar que, en ocasiones, luchamos por recuperar. Finalmente, un beso, puede ser el modo de integrar a otros en nuestro universo afectivo y, al mismo tiempo, de construir espacios de bienestar como base de nuestras relaciones. Estemos atentos entonces a este código del lenguaje corporal que contiene tantos significados, porque como siempre decimos en nuestro laboratorio, nuestro cuerpo no sabe mentir.

*Hugo LescanoDirector del Laboratorio de Investigación en Comunicación No VerbalAsesor y Consultor en C5N en Lenguaje Corporal y en la OEA (Washington DC)
www.hugolescano.com 

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